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LA GATITA
por RAFAEL LUENGO (@fcorguezluis en Instagram)
Ella lo estaba esperando con un camisón vaporoso sin ropa interior. Sin tregua se entrelazaron en un tórrido abrazo: un reencuentro de labios carnosos, lenguas ansiosas y manos de dedos ágiles que recorrieron los contornos de sus cuerpos y buscaron los rincones más húmedos.
Cuando pudieron zafarse, ella lo condujo a la cama.
Mientras se desnudaban y sobaban sus miembros excitados, él descubrió dos gatos en la habitación, pero no les prestó mucha atención, cegado de pasión. En el forcejeo amoroso, notó en su mano unos suaves pinchazos. Una gatita jugueteaba con sus dedos. Ella le dijo que no se preocupara, es una cachorrita, es inofensiva.
Así lo hizo. Continuaron con sus embates y las acrobacias de sus cuerpos fogosos.
Él se incorporó un poco para ver cómo ella le chupaba su polla erecta con mucha dedicación, quiso disfrutar ese momento y retenerlo en su memoria.
La gatita estaba también allí, entre sus piernas, mirando fijamente su glande inflamado. Imaginó que estaba preparándose para saltar sobre su pinga y mordisquearla con sus afilados colmillitos como alfileres.
Aquella imagen en lugar de asustarlo, le provocó una risa nerviosa, lo situó por unos instantes en la turbadora frontera entre el placer y el dolor, excitando aún más a la dueña de la gatita, a la leona en celo aferrada a su presa palpitante.
EL RASTRILLO
por RAFAEL LUENGO (@fcorguezluis en Instagram)
Quedaron en un hotel cercano para tomarse un descanso de sus obligaciones cotidianas y entregarse con pasión al disfrute de sus cuerpos. A pesar de que ya no eran unos chiquillos, el deseo y la excitación los condujeron a unas proezas físicas de las que les costaría recuperarse después, quejosos de la paliza a la que habían sometido sus cuerpos, pero dichosos del placer alcanzado en la comunión animal de sus anatomías.
Ella soñaba extasiada con que su pareja hiciera realidad una de sus fantasías sexuales recurrentes. Quería que su amante le afeitara los pelos raquíticos de su vulva tumefacta por el forcejeo carnal. Estaban en la ducha. Él aferró el rastrillo rosa de la maquinilla de afeitar y se entregó de inmediato a la tarea. Pero si bien él podía llegar a ser un amante ardoroso y cumplidor, también es cierto que tenía serios problemas con la psicomotricidad fina y con la vista. Estaba aplicando el rastrillo con más intensidad de la debida y en un ángulo inapropiado.
– No lo estás haciendo bien. ¿Qué pasa?
– Es que sin gafas no veo.
Ella, decepcionada, echó su cabeza hacia atrás y dejó que el agua de la ducha cayera de lleno sobre su rostro. Sintió que, una vez más, su fantasía no iba a materializarse.
LO QUE NO SE DIJO
por EL AROMA DE LA SENSACIÓN
Lo que no se dijo:
El erotismo se manifestó en ella, así lo volvió a hacer y los disfrutó mucho. Su fantasía estaba al servicio de sus sensaciones. Sus fantasías y su morbosidad la llevaban a estados de placer de una total satisfacción. No había límites, no había fronteras, todo estaba permitido.
Era exactamente igual que la de todos.
Eso sí, individual. Cuando hacía el amor con su pareja, nunca llegaron a hablar de sus morbos. Y curiosamente eran los mismos.