MI HERMANA Y MIS AMIGOS

«… parecía desesperada por lamer la piel del muchacho mientras acariciaba su miembro por encima de la tela de su ropa …»

por JANE CASSEY MOURIN. twitter.com/@JCMourin; patreon.com/JaneCasseyMourin; jcmourin.blogspot.com/

Nunca me llevé bien con las chicas, solía ser el tipo de niña rara que jugaba fútbol, leía cómics y pasaba horas jugando videojuegos; todo lo contrario de mi hermana, quien era la típica chica mezquina y superficial que trataba a todos como si le debieran dar las gracias por vivir en el mismo mundo que ella.

Obviamente no nos llevábamos bien, ella vivía constantemente molestándome con mi apariencia, diciéndome que era fea, que ningún chico me iba a querer si me seguía vistiendo de esa manera, que ninguna mujer que anduviera en patineta, leyendo dibujitos (como ella les decía) o pasando horas jugando videojuegos, iba a lograr tener un novio lindo.

Cuando era pequeña pasaba mucho tiempo llorando por las cosas tan hirientes que me decía. Con el tiempo aprendí a odiarla, entendí que nada bueno vendría de ella, que era una persona vacía y superficial, quien siempre tenía problemas en la escuela y que su mayor ambición en la vida era encontrar un hombre rico que la mantuviera, para poderse dar una inmerecida vida de lujos. 

La odiaba a pesar de ser mi hermana, de verdad; pero con todo y nuestra marcada enemistad, que por cierto mis padres habían tratado de erradicar desde que éramos pequeñas, siempre había una línea que no nos permitíamos cruzar. Entre nosotras podíamos ser unas arpías y de hecho solíamos serlo, pero no lo hacíamos en público ni ayudadas de otras personas, nos bastábamos solas para ser bastante cabronas y hacer nuestras vidas imposibles al interior de nuestra casa; sin embargo, esa forma de interactuar se rompió el día en que Sonia violó esa regla implícita que ambas habíamos respetado, el día que decidió humillarme en la escuela, frente a todos mis amigos y el chico a quien amaba en secreto.

Yo no era precisamente una chica muy popular entre los muchachos, al menos no en el sentido de ser deseada, invitada a citas o cosas por el estilo, ellos solían verme como un chico más en la pandilla, lo cual en muchas ocasiones me hizo sentir muy mal, pues de vez en cuando llegaba alguno que me gustaba mucho, pero que resultaba imposible que me viera en un plan romántico, como lo fue el caso de Sergio, el chico que se vio involucrado en todo el caos que desató mi hermana.

Aquella mañana había llegado temprano como siempre, para reunirme con los chicos afuera de la escuela y molestarnos los unos a los otros solamente por diversión; la pasaba muy bien con ellos, era divertido bromear y reír con mis amigos.

Sonia se acercó a mi grupo y como siempre, todos sin excepción, giraron la cabeza para verla, vestida con sus diminutas minifaldas, sus blusas que estaban más cerca de ser un sostén que de una blusa, y tacones en los que no entendía cómo podía caminar; pero esa mañana, para sorpresa de todos, incluida yo, Sonia caminó directamente hacía mi grupo, acompañada por sus dos gatas: Luisa y Yadira, tan hijas de puta como mi hermana, pero sin la determinación para hacerse cargo de sus propias vidas.

Nuestras miradas se encontraron cuando estaba a tan solo un par de metros de mí. Mis amigos le habían abierto un espacio en el círculo sin dejar de verle las tetas y tratar de escanear su cuerpo para más tarde, seguramente, hacerse una chaqueta pensando en ella.

– ¿Se te ofrece algo? – le pregunté con tanta frialdad como pude imprimir en cada palabra, ella sonrió con tanta malicia que mis nervios casi estallan al saber que traía algo entre manos. De pronto sacó de su mochila un pequeño cuaderno empastado de color negro que decía death note en la cubierta: era mi diario.

Sentí un vuelco en el estómago y una repentina oleada de odio al ver que lo tenía ¿Por qué demonios lo tenía? ¿Por qué rayos lo había llevado a la escuela? ¿Qué pretendía hacer con él esa perra?

– Creo que se te olvidó esto en casa, hermana, así que como soy muy buena te lo traje – dijo mientras estiraba el diario en mi dirección. Se lo arrebaté de las manos tan rápido como pude y lo guardé en mi mochila.

– Qué interesante lectura hermanita, nunca me hubiera imaginado que tuvieras gustos tan interesantes – dijo manteniendo esa maldita sonrisa que no presagiaba nada bueno.

Mis ojos se abrieron mucho ante la idea de que lo hubiera leído, ahí plasmaba toda mi vida, incluido lo que pensaba de ella y lo mucho que la odiaba. Mis ojos se dirigieron fugazmente a Sergio, temiendo que lo que estuviera planeando tuviera algo que ver con él. 

– No lo hagas, por favor no lo hagas – dije casi en un susurro, me hervía la sangre tenerle que rogar por algo, pero en ese diario había escrito lo que sentía por Sergio durante casi todo el último año y no quería que él lo supiera, porque sabía que él no sentía lo mismo por mí, sabía que él nunca se fijaría en una chica fea como yo, tan poco femenina y desgarbada; sabía que si ella hablaba del contenido de mi diario, me avergonzaría demasiado y no tendría cara para regresar con mi grupo de amigos. Por supuesto que eso no le importó a mi hermana, pues al verme tan desesperada como para rogarle que se callara, su sonrisa solamente se ensanchó más mientras me miraba.

Me sentí presa del pánico, quería darle un puñetazo en la boca para evitar que hablara, pero mi cuerpo temblaba tanto que temía que si daba un paso perdería el equilibrio y caería al suelo.

Me sentía tan alterada que mis ojos comenzaron a derramar lágrimas y fue entonces cuando mis amigos me prestaron atención, cuando los vi intercambiando miradas y luego uno de ellos decidió intervenir, de una forma tan sutil como solo él sabía hacerlo, pero mostrándome su apoyo al ver que pasaba por un mal momento. 

– Ya casi es hora de entrar a clase, vamos chicos – dijo Sergio y me abrazó por los hombros para apartarme de mi hermana pero ella no se quedó callada y soltó al fin aquellas palabras que me hicieron sentir que el mundo se me caía a pedazos.

– Vaya, qué curioso que el chico por quien te has estado metiendo los dedos durante el último año, sea el primero en defenderte, y yo que pensé que no tendrías oportunidad con él, tal vez me equivoqué.

Escuché la explosión de carcajadas de mi hermana y las putas de sus amigas. Durante un segundo me quedé parada sin saber qué hacer, si poder creer que hubiera llegado tan lejos.

Sergio me miró por un segundo, podía verlo de reojo aún sin intención de hacerlo, luego se giró a ella y le gritó algunas cosas, al igual que un par de amigos más, pero sus palabras fueron inentendibles para mí, en medio del caos que experimentaba, de la confusión y el impacto que me habían provocado las revelaciones de mi hermana.

Salí corriendo sin importarme que Sergio hubiera tratado de atraparme, que hubiera tenido que forcejear para librarme de él, solamente quería irme, alejarme de todo, mi hermana al fin lo había logrado, al fin me había hecho pedazos.

Me fui corriendo de la escuela sin esperar que nadie fuera tras de mí, no lograba ver bien a donde me dirigía pues las lágrimas habían nublado mi visión y no dejé de correr hasta después de varios minutos, cuando llegué al parque de la zona y me refugié a la sombra de algunos matorrales, entregándome al llanto como jamás lo había hecho antes, consumida por la vergüenza y la humillación, pensando que a partir de ese momento mis amigos me verían diferente, que Sergio tal vez no volvería a dirigirme la palabra o me miraría con lástima.

No supe cuanto tiempo pasó hasta el momento en que logré levantarme y comencé a caminar de nuevo. Me sentía desamparada e impotente, pero al menos tenía a donde ir. 

Caminé un poco hasta llegar a la avenida principal y ahí tomé un camión que me llevaría hasta donde quería ir: un skate park que se encontraba debajo de un puente, en una zona más bien conocida por ser un barrio peligroso, pero donde vivían también viejos amigos con quienes solía acudir cuando mi vida se tornaba difícil y ellos siempre me recibían con los brazos abiertos.

En cuanto puse un pie en la banqueta tras bajar del autobús, escuché un par chiflidos y levanté la cabeza, dos de mis amigos me veían con sendas sonrisas, pero ese gesto se borró de sus rostros en cuanto vieron que había estado llorando.

– ¿Qué te pasó carnalita?

– ¿Estás bien? – Me preguntaron en cuanto estuve cerca, pero no tuve la fuerza para responder, pues en cuanto abrí la boca nuevamente comencé a llorar, aunque ahora lo hacía enterrando la cara en la sudadera de mi amigo el Joker mientras Baby Face acariciaba mi cabello. Ninguno dijo nada, sabían que les contaría todo cuando estuviera lista, pero en ese momento no quería hablar, solo me quería desahogar.

Cuando al fin logré dejar de llorar, miré la tabla de Joker, me pasé el brazo por la cara para quitarme las lágrimas y me quité la mochila, la misma que tomó Baby Face. Tomé la tabla de mi amigo y me lancé en descenso por la rampa, sintiendo el viento al golpear mi cara, dejándome llevar por la velocidad que había adquirido en la bajada, brincando, girando, haciendo trucos sencillos, pues lo único que quería era sentirme libre de mi hermana por unos instantes, lo cual resultaba sencillo encima de una tabla: era una de las pocas cosas que me ayudaba a olvidarme de todo.

Los minutos pasaron hasta que al fin logré recuperar el control sobre mí misma, hasta que la tristeza que había sentido minutos atrás, fue reemplazada por el odio que sentía hacia mi hermana. 

Regresé a lado de mis amigos y les relaté lo que había pasado, tal cual había ocurrido, les conté lo que tenía escrito en mi diario y la razón por la que me sentía tan avergonzada, la misma por la que había salido corriendo de la escuela y por la que no quería volver nunca.

– A ver carnalita, entiendo que esa perra te la hizo otra vez, pero ¿Qué te hace suponer que no tienes oportunidad con ese güey?

– Vamos, mírame; no soy del tipo de mi hermana, nunca me maquillo, jamás uso vestiditos estúpidos o tacones, ¿Cómo podría un hombre fijarse en alguien como yo?

– Si te soy honesto, J. C., yo pensé que eras lesbiana – dijo Baby Face, mientras Joker y yo soltábamos una carcajada – no lo tomes a mal ¿Vale? Y tampoco creas que es por tu forma de vestir, eso no tiene nada que ver, lo pensé porque nunca le has dado chance a nadie de acá, quiero decir, siempre estás rodeada de un montón de vatos pero nunca has mostrado interés por nadie.

– Okey, ¿Pero eso qué tiene que ver con…?

– A ver carnalita, no es que la banda no se fije en ti, pero nadie tiene huevos para acercarse contigo en ese plan, piensan que los vas a mandar a la verga o…- intercambiaron una mirada llena de culpa que me desubicó por completo.

– ¿O? – exigí una respuesta.

– Bueno es que tal vez en eso también hemos tenido algo que ver – confesó Baby Face bajando la cabeza – es que bueno, te vemos como nuestra carnalita, como te dice Joker, y cuando hemos sabido que algún cabrón te trae ganas, pues lo paramos en seco y lo amenazamos para que no se te acerque y te dejen en paz, como pensamos que no estabas interesada en los vatos, que lo tuyo eran las chicas…

Me costaba trabajo creer en lo que me decían, me resultaba casi imposible de creer que alguien pudiera sentirse atraído por mí. Pero en ese momento desfilaron por mi pensamiento de una forma muy dolorosa, cada ocasión en la que mi hermana me miraba antes de salir de casa y me decía que era fea, que me vestía como machorra o que nunca nadie se fijaría en mí si seguía vistiéndome de esa forma, y se me ocurrió que nunca ninguna otra persona me lo había dicho, solamente ella ¿Acaso era posible que el haber escuchado aquella cantaleta todos los días de mi vida, me hubieran llevado a asumir que todo eso era cierto? ¿Que me hubiera creído fea y nada atractiva tan solo porque esa pendeja me lo repetía a cada rato?

– ¿Cuántas veces lo han hecho? – pregunté, no quería reclamarles o recriminarles nada, pero necesitaba saber de números, necesitaba saber qué tan frecuente era que eso ocurriera.

– Cada vez que vienes por acá, carnalita.

– A veces en un par de ocasiones cada vez que nos visitas, J. C.

– No, no puede ser, eso es mentira, ¿Cómo podrían…? No, sólo lo dicen para que no me sienta mal, pero sé que es mentira – los vi intercambiar una mirada divertida y luego miraron a su alrededor, fue Joker quien asintió antes de que los dos salieran volando sobre sus tablas, dejándome sentada con los pies colgando y un gesto de sorpresa por dejarme sola.

Los vi patinar durante el tiempo en que estuvieron volando y brincando, con tanta atención que no me di cuenta del momento en que un chico se sentó a lado de mí.

– Hola, ¿Cómo te llamas? Soy nuevo por aquí, me llamo Nestor.

Giré la cabeza para encontrarme con ese chico, era muy alto y delgado, tenía los brazos tatuados y unos ojos hermosos. ¿Por que me estaba hablando? ¿Lo habrían mandado mis amigos para confirmar lo que me habían dicho? ¿Pero cómo sería eso posible si estuvieron conmigo desde que llegué y no habían hablado con nadie desde que se subieron en las tablas? No me podía creer que un chico tan lindo me estuviera hablando, que se hubiera acercado conmigo para conocerme.

– Soy Johana – contesté titubeante, pero por acá me dicen J. C. Oye, te voy a preguntar algo muy raro, pero porfa no te saques de onda ¿Va? – el chico estaba sorprendido y levantó las cejas, pero también asintió con la cabeza – ¿Te gusto? Quiero decir ¿Te parezco atractiva?

El muchacho se puso tan rojo y de una forma tan rápida que pensé que saldría corriendo de ahí, pero lo que en un primer momento era una expresión de sorpresa ante la inesperada pregunta que le había hecho, pronto se convirtió en una gran sonrisa y luego en una risa nerviosa.

– Em, sí, vale, me gustas, por eso me acerqué a hablarte.

– Okey, a ver, sé que debo parecerte muy rara por preguntarte todo esto y me disculpo, pero nunca me había pasado que un chico me abordara así y tengo muchas preguntas – su cara risueña y nerviosa era un poema – ¿Por qué te gusto?

– Bueno, eres bonita y además tu forma de vestir me agrada, eres una chica fuera de lo normal, no luces como cualquier niña superficial, por eso me atreví a…

No podía creerme lo que me decía, pero me hizo muy feliz saber que podía resultar atractiva a un chico tan hermoso, tanto que no pensé en lo que hacía cuando lo tomé del rostro y le di un gran beso. Cuando nos separamos él me veía con un gesto de completa confusión, pero con una sonrisa enorme en los labios.

– ¿Todo bien carnalita? – me preguntó Joker desde la parte baja de la rampa, haciendo que ambos volteáramos a verlo, pero yo me sentía feliz, no tanto por el beso que le había dado a ese chico, que en realidad fue mejor que bueno, sino por la posibilidad de que en realidad pudiera gustarle a alguien, esperando que ese alguien pudiera ser Sergio. Miré de nuevo a Nestor y le di un pico antes de levantarme y tomar mi mochila, haciéndole una señal a Baby y a Joker para que se unieran a mí.

– ¿Cuándo vienes otra vez por acá? – me preguntó Nestor.

– Vengo los sábados pero… – me di cuenta de que la emoción me había ganado y me acerqué a él, lo tomé de la mano y me aparté de mis amigos un poco – escucha, perdón por lo del beso, pero es que estoy pasando por algo, no quiero que pienses otra cosa, ¿Vale? Pero si vienes el sábado, a lo mejor podemos ser amigos ¿Va?

– Vale, eres muy rara, pero me agradas –  ambos reímos, le di un último beso en la mejilla y luego me fui corriendo con mis amigos.

– Es tan raro verte besar a un güey – dijo Baby con un gesto de sufrimiento en el rostro, mientras atravesábamos la avenida para meternos en el metro – ¿En serio creías que eras fea? En tantos años de conocernos nunca nos lo dijiste. Sabíamos que tu hermana era una mierda pero hacerte creer que…

– Sí, bueno, nunca hablamos de esas cosas – dije, sintiéndome un poco abochornada, en realidad hablar de sentimientos no me gustaba, de hecho tuvo que pasar lo de mi hermana y Sergio para que me abriera con ellos, pues en general cuando me sentía mal, solo los buscaba, patinábamos un rato, íbamos por una chela a la tienda o algo de tomar y me regresaba a la casa fresca y lista para seguir peleando con la bazofia que tenía en casa.

– ¿Qué harás ahora? No te quiero dar malas ideas, carnalita, pero tu hermana se pasó de la raya, tienes que ponerle un alto, que sepa que esas cosas tienen consecuencias – Joker tenía razón, pero realmente no sabía qué podría hacer para que eso pasara.

– No lo sé – dije encogiendome de hombros.

– ¿Qué sería lo que en realidad le dolería que pasara? ¿Qué le dolería perder?

– Su reputación, su novio, su estatus.

– ¿A qué te refieres?

– Bueno, su novio tiene beca deportiva en una universidad costosa, según ella se le va a pegar como lapa hasta que salga de la universidad y se casen, y como su padre es de mucha lana, cree que con él tendría el futuro asegurado.

– Ya, entonces, ¿Si ese güey la cachara poniéndole los cuernos…?

– La mandaría a la mierda en el acto, pero ella no es tan pendeja como para hacer algo así, siempre que no está con su séquito de estúpidas está con él, no se le despega.

– Tú no te preocupes por los detalles carnalita, eso dejanoslo a nosotros, pero… – Joker dejó de caminar y se paró enfrente de mí – tú no eres de la misma clase que esa culera, chance y si hacemos algo para chingarle la vida te duela más a ti que a ella; piensa si de verdad quieres hacerlo carnalita, porque este tipo de cosas no tiene vuelta atrás.

– No, no tengo nada que pensar, ella no se tentó el corazón para hacer lo que hizo, me ha torturado toda la vida, me hizo creer que era fea, me hizo sentirme insegura de mí misma, tanto que en diecisiete años no he tenido un solo novio; ese beso que me vieron darle a ese chico, fue mi primer beso y no fue nada especial – mis ojos comenzaban a derramar lágrimas de nuevo, Baby me abrazó por los hombros – quiero que lo pague – Joker me miró asintiendo con la cabeza, Baby miraba al vacío y también asentía – y creo que sé cómo, cuándo y dónde puedo hacer que pase.

Esa tarde llegué a casa un par de horas después de la hora a la que solía llegar. Saludé a mi madre como todos los días, se serví un plato del delicioso espagueti que había preparado y me subí a  mi cuarto, argumenté que había llegado más tarde porque me había quedado platicando con un amigo, lo cual no era raro pues solía hacerlo con frecuencia y sabía que la perra de mi hermana no diría nada de lo que pasó, pues eso llevaría a que me hicieran preguntas y probablemente a meterse en problemas.

Subí las escaleras en dirección a mi habitación, pero antes de llegar vi que mi hermana me esperaba en el pasillo, con la espalda recargada en la pared y los brazos cruzados por el frente.

– ¿Qué tal estuvo tu día hermanita? ¿Sergio por fin declaró su amor a la fea de la escuela? – dijo antes de soltar una risa estúpida. Estaba cansada de ella pero hacer algo podría dificultar el plan que tenía, así que solamente la miré, sonreí y continué en dirección a mi habitación – ay, no me digas que estás enojada, si solamente quise darte un empujoncito para que te animaras a decirle lo que sentías, fea, tal vez a él le gusten las…

– Hoy te excediste, Sandra – dije, después de haber dejado mi mochila en el suelo y mi comida en mi cama, mirándola de frente desde el interior de mi habitación – disfrutalo, porque no siempre estarás arriba, y tal vez ya llegaste a lo más alto que podías llegar – sentencié, antes de cerrarle la puerta en las narices.

Al día siguiente llegué a la escuela más temprano de lo que acostumbraba hacerlo y estuve escondida de mis amigos tanto como pude, aún cuando un chico lindo me hubiera besado la tarde anterior, el efecto Joker/Néstor/Baby se había agotado y seguía sintiéndome apenada por lo que había pasado, seguía sintiendo que Sergio difícilmente se fijaría en mí y no tenía idea de cómo podría regresar las cosas a un punto en el que me sintiera cómoda de nuevo.

El final de día escolar llegó y para sorpresa mía había logrado evitarlos a todos, casi me sentía aliviada cuando salí de la escuela, pero no dí más de un par de pasos cuando alguien se me paró enfrente y me impidió seguir avanzando.

No tuve que levantar la cabeza para saber que se trataba de Sergio, sus tenis verdes, el reloj casio en su muñeca y la cicatriz de su mano eran delatores suficientes como para saber que se trataba de él.

– ¿Vas a seguir huyendo por el resto del semestre, Johana? – abrí los ojos como platos cuando me llamó de esa forma, pues también en la escuela todos solían llamarme J. C. ¿Por qué demonios me llamaba Johana? No sabía qué responderle pero estar ahí parados a unos metros de la entrada llamaba demasiado la atención y no quería que mi hermana saliera de la escuela e hiciera de nuevo otra escena como la del día anterior.

– ¡Diablos! – dije antes de tomarlo del brazo y llevarlo a un lugar menos concurrido, donde pudiéramos hablar con algo más de privacidad, pues seguramente después de charlar con él terminaría llorando y no quería que la gente me tuviera lástima.

– Escuchá, lamento lo que hizo mi hermana ayer – comencé a decir temblando de nervios – sé que fue vergonzoso para ti y que tal vez no me quieres ni hablar, ella no debió leer mi diario y…

– ¿En serio te gusto? – sentía que mi cara se convertía en una llama viva y ardiente.

– Ese no es el punto, Sergio, lo que…- traté de evadir su pregunta, pero entonces él me tomó de la barbilla y me levantó la cara. Mirarlo a los ojos era siempre algo que me hacía temblar las piernas, y generalmente sabía cómo disimularlo, pero en ese momento, hecha un mar de nervios y dominada por las consecuencias del estrés que viví todo el día al tratarme de ocultar de él, no pude hacer otra cosa que sentirme como gelatina mientras me miraba y yo hacía intentos estratosféricos por no bajar mi vista a sus labios; pero repentinamente se me volvió a meter en la cabeza que era una niña fea, que no valía la pena sincerarme con él para que al final me dijera que me veía como amiga o peor, que me repitiera lo que Baby me dijo la noche anterior, diciéndome que pensó que era lesbiana – no tiene caso que te lo diga – bajé la cabeza mientras lo decía – de todas maneras dudo mucho que decir algo así cambie las cosas entre nosotros.

– ¿De qué hablas? ¿Por qué dices eso?

– Te he visto mirando a mi hermana, sé que te gusta, he visto cómo la miras y también sé que no tengo nada con qué competir con ella, no soy ese tipo de chica. No me hagas pensar que podría tener una oportunidad contigo cuando no es así – comencé a llorar, sintiendo mucho dolor al pensar que jamás podría estar con él como yo quería estar – así que solo olvidalo y ya, por favor, solo tratemos de ser los mismos de siempre, veme como la amiga con la que te llevas rudo, con la que juegas tocho y a la que nunca verías como una pareja, no toquemos más el tema, por favor, te lo ruego.

Sergio dio un par de pasos hacia atrás, pensé que se iría, pero no lo hizo, de hecho, cuando levanté la mirada él me veía de arriba hacia abajo y de regreso, como si estuviera analizando detalladamente mi apariencia.

– Deja de verme así, ¿Qué estás haciendo?

– Sí, tienes razón, no eres como tu hermana – dijo, y eso me dolió mucho, pues me daba la razón en todo lo que le acababa de decir, o eso creía yo – pero te equivocas al pensar que yo quiero estar con alguien como ella – mis ojos se abrieron como platos – si, vale, lo admito, suelo verla de una forma descarada como todos lo hacen, pero eso tiene que ver más con que se la pasa mostrando su cuerpo semidesnudo todo el tiempo, no porque la quiera para ser mi novia – ¡Dijo novia! Mis nervios se fueron al cielo – nunca andaría con alguien tan interesada y hueca del cerebro, tú eres más mi tipo.

– No es cierto, yo no…

– Eres una chica que linda – continuó, ignorando por completo mi intento por interrumpirlo – aunque al parecer no lo creas así, eres amable, divertida, te gustan muchas de las cosas que a mí me gustan y además, por lo que escuché ayer, parece que yo te gusto. No me lo esperaba la verdad, y de hecho nadie lo esperaba, todos creíamos que…

– Que era lesbiana, sí, ayer me…

– Que tenías novio fuera de la escuela, alguien mayor que tú, pensamos que nos tratabas como amigos porque no te interesaba andar con tarados como nosotros. Además de que siempre que alguien se trataba de acercar a ti en un plan de chico-chica le pegabas o hacías alguna broma y desviabas la conversación – en serio hice un esfuerzo por recordar alguna vez que alguien hubiera tratado de acercarse a mí de esa forma, pero no logré encontrar entre mis recuerdos una situación que encajara con eso.

Un silencio incómodo surgió entre nosotros, al menos fue incómodo para mí, pues Sergio se veía bastante sonriente y me miraba con mucha ternura.

– Te lo preguntaré de nuevo y espero que esta vez me respondas, porque se hace tarde y tengo que ir a casa antes de que mamá se vuelva loca. ¿En serio te gusto? – sentía la cara tan caliente que podría freír un huevo en uno de mis cachetes, pero para sorpresa mía una sonrisa se me dibujó en el rostro, bajé la cabeza y asentí con ella, pero Sergio no quería esa clase de respuesta, él me tomó de nuevo de la barbilla y me hizo mirarlo a los ojos de nuevo, se había acercado mucho a mí, estaba tan cerca que podía sentir su aliento – lo siento, pero no escuché tu respuesta – estaba temblando de nervios al sentirlo tan cerca y no fui capaz de despegar mi vista de sus labios. Las palabra salieron de mi boca sin mi consentimiento.

– Sí, me gustas.

– Me alegro, porque tú también me gustas.

No hubo más palabras que nos estorbaran en el camino a besarnos, a dejarme llevar por el calor de sus labios, sintiendo cómo mi mochila resbalaba de mi hombro y caía al suelo, sus manos me abrazaban de la cintura y las mías se colocaban en su pecho, sin acariciarlo ni moverse, solamente sintiendo el calor de su cuerpo, mientras nuestros labios se conocían y nuestras lenguas se saludaban. 

Nos apartamos un poco y sonreímos nerviosos mientras él bajaba sus manos a las mías sin dejar de verme a los ojos, y yo temblaba conmocionada por confirmar que en realidad no era fea, que de verdad podía gustarle a alguien y que ese alguien era justamente de quien yo estaba enamorada. 

– Johana, dime algo, ¿Quieres ser mi novia?

Mi respuesta solamente consintió en mover la cabeza de arriba a abajo enloquecida y brincar a sus brazos, abrazarme de él con mis piernas en la cintura y besarlo de nuevo en un acto de amor tan hermoso como nunca lo había hecho con nadie, sintiéndome deseada por un hombre por primera vez en la vida.

A partir de aquella tarde las cosas cambiaron mucho en mi vida, aunque en realidad la forma como Sergio y yo convivíamos no era muy diferente, pues entre nosotros lo único que cambió drásticamente fue que ahora nos besábamos y nos metíamos mano; en general me sentía más relajada todo el tiempo, me importaba menos lo que mi hermana hacía para molestarme e incluso me llegué a olvidar del trato que había hecho con Baby y Joker, a quienes Sergio conoció esa misma semana cuando el sábado lo invité a acompañarme al skate park.

Pasaron algunas semanas en que la cosas se calmaron bastante, supongo que mi hermana dejó de tener interés en molestarme cuando yo dejé de darle importancia a lo que hacía, en lo cual ayudó mucho estar con Sergio, pues cada vez que volvía  sentirme fea, él me recordaba lo mucho que le gustaba y lo mucho que me deseaba.

Contrariamente a todo lo bien que yo la estaba pasando, la vida de mi hermana dio un giro inesperado justo en una mañana de sábado, después de haberse perdido toda la noche, de que mis padres la hubieran estado buscando por todas partes hasta que al fin llegó cerca de las seis de la mañana, sonriendo de lo lindo, completamente borracha y drogada, diciendo incoherencias pero luciendo más feliz de lo que solía estar.

Poco después Sergio llegó por mí y nos fuimos juntos al skate park, él no era bueno para las patinetas, pero en los patines la historia era muy diferente, por lo que la pasábamos muy bien los sábados por la mañana patinando con mis viejos amigos y a lado de mi novio. Justamente estábamos en ello cuando nuestros celulares sonaron casi al mismo tiempo y los revisamos. 

El número del que provenía era desconocido, pero en el mensaje se veía la foto de mi hermana, usando el mismo vestido con el que había salido la noche anterior. Sergio y yo intercambiamos una mirada, él no sabía lo que había planeado con Joker y Baby, por supuesto, quienes en ese momento estaban patinando.

Sentía que el corazón se me saldría por los ojos pues fue justo en el momento que vi la foto de mi hermana, cuando recordé el plan que habíamos diseñado.

Llevada completamente por la curiosidad, decidí abrir el link que acompañaba el mensaje y me mandó a una página de descarga, donde pude ver que el archivo se trataba de un video. Hice clic y de inmediato comenzó a bajarse. 

– ¿De qué crees que se trate?

– Ni idea – mentí.

Cuando el archivo al fin estuvo descargado, me sorprendió un poco ver que el video empezaba con la imagen de lo que parecía ser una habitación de hotel común y corriente. Pasaron algunos segundos antes de que algo ocurriera cuando de pronto, dos personas entraron en la escena, una de ellas era mi hermana y la otra un sujeto que no conocía, un tipo muy atractivo, con un cuerpo trabajado en el gimnasio, pelo cortó, tatuajes por todos lados y arracadas en las orejas.

Sergio y yo intercambiamos una mirada, pero no detuvimos el video, era claro que a él le interesaba ver a mi hermana desnuda, tanto como a mí me interesaba ver lo que pasaba y sí, también quería echar ojo al cuerpo del tipo en la grabación.

El tipo la abrazaba por la espalda pegándose a su cuerpo desde atrás y le agarraba los senos apretándoselos con fuerza, mientras besaba el cuello de su amante. Ella se dejaba llevar, cerraba los ojos y gemía ante la fuerza de su nueva conquista.

Cuando llegaron a la cama Sandra se giró y lo besó, no lo hizo de la recatada forma como solía besar a su novio, sino dejándose llevar por la excitación, poniendo sus manos en los brazos de su hombre, pegando su cuerpo y moviéndose para restregarle los senos en el pecho mientras sus piernas rozaban el miembro del chico.

Miré de reojo a Sergio y lo vi que luchaba por disimular la creciente erección que yacía debajo de su pantalón, así que lo tomé de la mano y fuimos a una parte algo escondida, donde se sentó en el suelo recargado en una pared mientras yo me acomodaba entre sus piernas, de espaldas a él, y llevaba sus manos a mis senos. No hizo falta que dijera nada más para que él se diera gusto sobándome las tetas mientras reanudábamos el video.

El hombre se había quitado la camisa y mi hermana besaba sus músculos con ansiedad, parecía desesperada por lamer la piel del muchacho mientras acariciaba su miembro por encima de la tela de su ropa y con la otra mano le aflojaba el pantalón; él solamente la miraba, con un gesto de lascivia en el rostro que se complementaba perfectamente con una sonrisa de triunfo.

La mano de Sergio bajó desde mis senos hasta mi cintura y luego se posó en mi entrepierna, sobándome suavemente la concha por encima de la ropa, haciendo que por un momento pusiera los ojos en blanco y que una de mis manos se fuera atrás de mi cuerpo, buscando el miembro de mi chico.

Sandra ya estaba arrodillada frente a su amante, antes de que le bajara los pantalones y luego su ropa interior, cuando lo hizo, se mordió el labio y fijó su vista en el enorme (en realidad era muy grande) miembro del chico que tenía frente a ella.

La cara de felicidad en que se transformó su rostro, fue seguida por la imagen en que esa chica engullendo el miembro de ese hombre con tanta ansiedad, que parecía querer meterlo todo en su boca, mientras el tipo echaba la cabeza hacia atrás y ponía sus manos en el cabello de mi hermana, moviendo las caderas un poco, gimiendo a ratos mientras mi hermana se aferraba de sus nalgas con las manos y no dejaba de mamarle la verga.

La mano de Sergio se metió en mi pantalón y pronto se coló hasta mi encharcada concha, comenzando una suave caricia que me hizo estremecer y me robó un gemido, mientras mi manos acariciaba su miembro de arriba a abajo, con mucha suavidad, pues no quería que se viniera cuando aún faltaba mucho por ver.

Mi hermana se levantó del suelo y besó de nuevo a su amante en turno, girando para que él quedara de lado de la cama y empujarlo para caer sobre las cobijas, mientras ella se quitaba el vestido sin ninguna clase ni protocolo, solamente para quedar en su ropa interior, un conjunto muy lindo de encaje en color azul y vivos rosas. Me sorprendió la velocidad con que se quitó todo hasta quedar desnuda, en serio, debía estar muy cachonda para hacerlo tan rápido, lo que quedó confirmado cuando poco después se arrodilló encima del chico y sin esperar nada, tomó su miembro y se lo ensartó en la vagina.

Debo admitir que ver a mi hermana cabalgar a ese sujeto, era algo muy sensual, tan excitante que mi mano comenzó de pronto a moverse muy rápido sobre el miembro de mi chico, así como también lo hizo su mano que para ese entonces ya tenía un par de dedos metidos en mi vagina y me obligaba a morder mi labio para evitar gemir y delatar lo que estábamos haciendo ahí, escondidos de la vista de mis amigos y de los ojos curiosos que pudieran vernos.

– ¡Ay! ¡Coges mejor que mi novio! ¡La tienes enorme! ¡Ay! ¡Nunca me habían cogido tan rico! – dijo sorpresivamente mi hermana mientras cabalgaba a ese chico  a una velocidad desquiciante, en serio no sé como el tipo no se vino en unos pocos segundos al tenerla moviéndose de esa manera con su verga adentro.

Los gemidos de mi hermana eran tan fuertes que me vi obligada a bajar el volumen al teléfono. El tipo la tomaba de los senos y a ratos le daba fuertes nalgadas que mi hermana recibía con una amplia sonrisa.

– ¡Pégame más fuerte! ¡Ay! ¡Qué rico! ¡Así! ¡Justo así! – gimió mi hermana cuando el chico le dio un par de nalgadas muy sonoras.

El tipo se levantó un poco y le mamó las tetas a mi hermana, mientras sus manos se deslizaban por su espalda para luego levantarla repentinamente y arrojarla a la cama con algo de rudeza. Ella no se quejó en ningún momento, por el contrario, en cuanto se vio recostada frente a su amante abrió mucho las piernas y llevó sus dedos a su concha, penetrándose con ellos mientras miraba con deseo el pene que estaba a punto de llenar nuevamente su vagina.

– ¡Ay! – escapó de la garganta de mi hermana cuando el hombre la penetró de golpe – ¡Ay! cógeme como un macho de verdad ¡Ay! ¡Dame más fuerte! ¡Más duro! – gritaba mi hermana, ante las brutales embestidas que recibía de ese hombre, que no se guardaba nada para cogérsela, cargando todo su peso sobre el cuerpo de Sandra mientras sus piernas estaban apoyadas en los hombros del muchacho.

La mano de Sergio se volvió loca penetrando mi concha, me costaba cada vez más trabajo lograr contener mis gemidos, pero no quería que se detuviera, apretaba con fuerza las piernas para comprimir sus dedos al interior de mi vagina, mientras mi mano comenzaba a mojarse con los fluidos que escapaban de su verga, tentándome a dejar el teléfono a un lado y mamarle el pene hasta venirse en mi boca, pero sabía que faltaba más en el video que no quería dejar de verlo, no podía apartar la mirada de él; menos aún cuando la puerta del hotel se abrió de nuevo y por ella apreció un nuevo personaje.

– Oh, lo siento – comenzó a decir el tipo que en ese momento seguía taladrando el cuerpo de mi hermana mientras ella gemía enloquecida, con los ojos cerrados y la boca abierta, babeando ante la cogida que le estaban dando – te presento a mi amigo el Joker, no te importa que nos acompañe ¿Cierto? – preguntó el chico y ella no contestó con palabras pero estiró la mano en dirección del nuevo integrante en escena para que se acercara a ella.

Sergio de pronto metió sus dedos hasta el fondo de mi vientre y me robó un fuerte gemido al hacerlo, no se esperaba ver a nuestro amigo ahí, pero supe que la idea le gustó cuando de pronto sentí sus labios besando mi cuello.

Nunca había visto a mi amigo desnudo, el chico tenía el físico muy similar al del tipo que ya se estaba cogiendo a mi hermana, aunque su pene no era tan grande. No tardó más de un segundo en desnudarse y acercarse a la cabeza de Sandra, donde recibió los cálidos besos de la boca de mi hermana quien en unos pocos segundos se encontraba gimiendo con la verga de mi amigo metida en la boca.

Era una locura mirar a mi hermana cogiendo de esa forma, comiéndose el rabo de un chico a quien ni siquiera conocía, como si fuera algo natural, algo a lo que estuviera acostumbrada, pues lo hacía con extrema facilidad y se dejaba hacer por aquellos hombres como si fuera de lo más normal estar siendo follada por dos tipos a la vez.

– Amor estoy a punto de venirme –  me dijo Sergio, y en ese momento sí dejé el celular con el video en pausa, me giré para quedar arrodillada frente a él y me agaché para meterme su hermosa verga en mi boca, sintiendo de inmediato aquel sabor que me excitaba tanto, que me ponía como una gata en celo, experimentando las palpitaciones de su miembro en mis labios y acariciando sus huevos mientras él me tocaba los senos.

Un estremecimiento y la tensión en sus piernas anunciaron la enorme corrida que me llenó la boca y me metió en problemas para poder tragar su semen, pues un poco se salía por la comisura de mis labios. No dejé de mamarlo hasta que quedó limpio y vi a mi novio sonriendo. Le devolví la sonrisa antes de abrochar su pantalón a las carreras y regresar a la misma posición que tenía antes, tomar mi celular y sentir la mano de mi hombre volver a mi entrepierna mientras la otra me magreaba los senos. Aún faltaba video por ver.

Joker tomó un tubo de lubricante mientras el otro levantaba a mi hermana en sus brazos, dejando así que mi amigo se sentara debajo de ella. Mi hermana no tuvo tiempo de decir nada antes de que sintiera cómo descendía su cuerpo y una verga se le clavaba en el culo. 

– ¡Ay! ¡Despacio! ¡Duele mucho! ¡Más despacio! ¡Ay! ¡Ahhh! -gritó sin que ninguno de los dos le hiciera caso.

El hombre que la cargaba la soltó cuando supo que su amigo se había metido en el ano de mi hermana por completo. Ella lloraba un poco pero el primer hombre no se la dejaba de coger y la besó para acallar sus sollozos.

Estando debajo de su cuerpo, Joker no se movía, solo le agarraba las tetas y se las acariciaba un poco, mientras su amigo seguía con el frenético vaivén que parecía no tener control.

Pasaron algunos minutos de esa forma, sin que mi amigo se moviera debajo de la chica, hasta que fue ella quien comenzó a mover las caderas, a dar pequeños saltos sobre el chico debajo de ella, abrazándose del tipo que taladraba su vagina, cerrando los ojos y mordiendo el hombro de aquel sujeto en un intento por acallar sus propios alaridos.

Fue en aquel momento cuando la chica en el video se movía con frenesí gritando como loca, cuando no pude resistir más y eché mi cabeza hacia atrás buscando los labios de mi hombre para besarlo y ahogar en su boca los gemidos que se me escaparon cuando la oleada de placer que acompañó a mi orgasmo, sacudió todo mi cuerpo y bañó la mano de mi chico.

Con la ropa arreglada y sintiendo los brazos de mi chico rodeando mi cintura desde atrás, volvimos a ver el video, encontrando una imagen poética cuando un tercer hombre (Baby Face) entraba en la habitación, se desnudaba y se paraba luego encima de la cama, haciendo que mi hermana abriera la boca para meterse su miembro en ella, sin tener que decirle nada, sin tener que pedir ni siquiera sugerir que lo hiciera, ella se comportaba como si todo eso estuviera planeado, como si fuera parte de una rutina que conocía muy bien.

Los sonidos del choque de cuerpos, mezclados con el sonido que hacía con la boca al mamar la verga que le taladraba la garganta y los continuos golpes y palmadas que esos hombres le daban en las nalgas y en la mejillas, conformaban una escena sádica, digna del más perverso sitio porno. 

Repentinamente los hombres en la pantalla salieron del cuerpo de mi hermana, quien de pronto se vio recostada en la cama del hotel en medio de tres tipos que se masturbaban mientras ella se metía los dedos en la vagina.

– ¿Quieres nuestra leche perra?

– ¡Si! ¡Por favor! ¡Denme su leche! ¡La quiero! – dijo entre gemidos sin dejar de masturbase, uno segundos antes de recibir los primeros chorros de semen en su cara y en sus tetas, a los cuales siguieron otros chorros que también cayeron en su cara para que luego, Joker se arrodillara a lado de la cabeza de mi hermana y ella engullera su pene, mamando el miembro de mi amigo hasta que se vino, tragándose todo el semen que pudo para luego intercambiar una mirada con los otros, quienes soltaron una carcajada antes de bajar de la cama, vestirse y marcharse de la escena, mientras mi hermana se quedaba tirada en la cama, lamiéndose los labios, empujando el semen que tenía en la cara a su boca, sin dejar de penetrarse hasta lograr llegar al orgasmo.

El video se cortó poco después con la imagen congelada de mi hermana tirada en la cama. Sergio y yo nos quedamos callados, pero me acurruqué entre sus brazos y me dejé abrazar por él. Ninguno de los dos dijo nada con respecto del video, solamente nos mantuvimos en silencio por unos minutos hasta que escuchamos pasos cerca de nosotros y pronto apareció Joker con un gesto de incomodidad al saber que habíamos pasado ahí cerca de media hora. Supongo que no podía dejar de cuidarme como un hermano, pero Sergio también le agradaba así que no podía comportarse tan bruto como lo haría con cualquier tipo.

Cuando Sergio me fue a dejar a mi casa por la tarde, me sorprendió ver en la entrada el auto del novio de mi hermana, casi tanto como luego me sorprendió verlo salir de la casa a paso apresurado seguido por una histérica y sollozante Sandra que le rogaba que no se fuera, que no la dejara, que se quedara a su lado.

Mi novio y yo contemplamos la escena sin movernos, tomados de la mano, mirando cómo mi hermana se quedaba de rodillas en la calle, llorando desconsolada y gritando de desesperación. Papá salió corriendo a la calle y la levantó, justo cuando los vecinos comenzaban a salir de sus casas para no perderse un chisme tan bueno.

Sergio y yo entramos a la casa después de que papá metiera a mi hermana casi cargándola. Papá se había desaparecido cuando entramos pues fue a dejar a su hija a su habitación. Mamá se veía consternada, estaba parada en la puerta de la cocina mirando hacia arriba de las escaleras.

– ¿Qué pasó? – pregunté fingiendo que no sabía nada.

– Tu hermana hizo una estupidez.

– Lo daba por hecho, pero ¿Qué hizo?

– Pues resulta que ayer no estuvo con su novio, sino con otras tres tipos, y lo sabemos porque fue lo que le dijo su novio antes de cortarla y decirle que no la quería volver a ver. Al parecer le mandaron un video anónimo, y por lo que dijo, también se lo mandaron a todos en la escuela.

– Que fuerte, pero supongo que eso le pasa por puta – solté sin poder controlarlo y para sorpresa mía, mi mamá no me regañó ni me llamó la atención, solamente asintió, antes de darse cuenta de que un chico venía conmigo.

– Ah, sí, este de aquí es Sergio, mi novio, el chico del que te hablé hace unas semanas, va a entrar a la ingeniería conmigo.

– Hola hijo, mucho gusto, Johana nos ha hablado mucho de ti. Por favor, perdona todo esto, es que, bueno, mi hija es…

– No se preocupe, yo entiendo.

El resto de la tarde la pasamos bastante tranquilos, pues poco después mi papá bajó y le presenté  mi chico, con quien rápidamente hizo clic mi familia, platicando agradablemente por horas hasta que Sergio tuvo que marcharse, después de cenar, dándome un pequeño beso en los labios justo en la puerta de mi casa, antes de subir al Uber que le pidió mi papá, considerando que ya era tarde y no quería que mi chico se expusiera a ninguna clase de peligro.

Esa noche dormí de maravilla y el domingo no desperté hasta casi mediodía, cuando Sergio me mandó un lindo mensaje de buenos días.

Cuando bajé a la cocina para desayunar, mis padres apenas terminaban de hacerlo, me senté con ellos y tomé un par de quesadillas del plato que había en el centro de la mesa, poco después apareció mi hermana, con la cara muy hinchada, el pelo desordenado, vistiendo una blusa deslavada y con un aspecto que daba lástima.

Mis padres estaban tan enojados con ella que ni siquiera le dieron los buenos días y de hecho, se apuraron a terminar lo que hacían en la cocina y se salieron rápidamente, no sin antes darme un beso en la cabeza, después de todo yo era la hija buena, no como mi hermana.

No dije nada antes de terminar de desayunar, la verdad es que nunca me habían sabido tan bien las quesadillas de mi madre, supongo que el ver a esa perra hecha mierda le agregaba algo especial a esa mañana.

Me levanté de la mesa, recogí mis trastes y los lavé, me sequé las manos y estuve a punto de salir, pero antes de hacerlo me detuve en la puerta, girando mi cuerpo para saborear la patética escena de mi hermana masticando un bocado mientras su vista estaba perdida en la nada.

– Por cierto hermanita, hoy te ves muy fea y deberías hacer algo con tu imagen, porque con esa cara, esos pelos y esas fachas, dudo mucho que te consigas un novio pronto, bueno claro, suponiendo que encuentres a algún tipo a quien no le importe que te guste coger con tres tipos a la vez, hermanita.

Salí de la cocina mientras escuchaba a Sandra llorando amargamente, dirigiéndome a mi cuarto para ponerme mis jeans sueltos, mis tenis, una sudadera guanga y un gorro de pescador, pues esa tarde Sergio pasaría por mi para ir al cine.

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