«…Te voy a compensar cabronazo…»
por TEODORO NDOMO
Fanny se dirigía a su cuarto con ganas de sudar. Una semana completa de trabajo que quería dejar atrás. Xavier iba a ser su muñeco hinchable y lo iba a despellejar.
Básicamente, como a él le gusta, pero esta vez con sus normas… bueno, quizá siempre fue así.
Al girar hacia la jaula en la que iba a encerrar a su víctima notó su voz al oído, sus manos en los hombros, su torso en su espalda y su miembro saludó a sus nalgas. Suficiente para rendirse y sucumbir.
– Perdone, pero debe pasar primero por aquí -dijo él.
Agachó la cabeza y se dejó besar la nuca.
Giraron hacia el baño, de donde salía una luz tenue en la que ella no había prestado atención.
Velas, luz rojiza y comenzaron unos acordes de Marvin Gaye:
I've been really tryin', baby Tryin' to hold back this feeling for so long And if you feel like I feel, baby Then, c'mon, oh, c'mon...
Un taburete adornado como lujoso trono. A la derecha, un repertorio de cremas junto a las velas.
La sentó y acomodó mientras le retiraba los botones de un pijama que pedía salir de la escena Recogió su pelo con una caricia eterna para luego atrapar su visión con una venda de suave raso.
Xavier dejaba a su paso el olor afrodisíaco del último agua de colonia de Navidades. Fanny comenzó a salivar y no solo por la boca. A pesar del invierno, el entorno quedó seco y caluroso. Al menos por ahora pues se podía oler la tormenta que se estaba avecinando.
Fanny escuchó las manos de Xavier recibiendo lubricante. Él acercó su olor y las fosas nasales de ella se abrieron de par en par deseosa de acoger toda su esencia. Las manos curtidas de Xavier recorrieron los hombros y aprovechó para retirar la camisa del pijama. Retrocedió de nuevo hacia el cuello de la cazadora cazada, para bajar y dirigirse a unos turgentes pechos que mostraron aceptación cuando sus pezones se afirmaron y confirmaron como máximos exponentes visuales de agrado.
Cuando Fanny quiso darse cuenta, él la estaba descalzando y comenzó a intentar retirar el pantalón. Ella levantó instintivamente sus poderosas nalgas y facilitó la tarea.
Desnuda y con el antifaz de atuendo, se sintió vulnerable, al tiempo que deseada. Xavier recorrió sus caderas y procedió a continuar con el aceite lo que había iniciado minutos antes. Ella notó que sus pulgares se introducían con suavidad alrededor de los tobillos. Notó cómo ascendían a las rodillas y en el recorrido, aprovechaba para separar esos muslos que no se plantearon resistir mucho.
Expuesta, esperaba el calor de su lengua. Sin embargo, se encontró con un elemento que no esperaba. Se sentó sobre ella. Notó que el calzoncillo había desaparecido. Él aplastó sus pechos con los suyos y se inclinó para recoger algo que le costó poco descubrir. Unas mullidas esposas retuvieron sus muñecas. De nuevo se levantó y ella notó esa porción de carne tan estimulada y estimulante cerca de su rostro. Fanny pensó que iba a tener que «soportar» tragar, pero se equivocó. Él se quedó quieto tras ella. Luego bajó besando su cuello y espalda. Ella solícita y cooperante, mostró su culo amenazante. Ahora sí que notó la lengua. La notó dentro. Xavier sabía cómo endurecer su verbo y convertirlo en verga prominente y locuaz que allanaba y preparaba el terreno para futuro envite y embiste.
Un gemido ahogado y él pensó que debía parar. Un “no” bajito a media boca y un arqueo mayor de su espalda, hizo sobresalir aún más su prominente trasero. Y entonces él liberó una de sus muñecas a sabiendas que ella necesitaba una mano libre. Ella por delante y él por detrás. Era como si Fanny se hubiera abstraído de su cuerpo y lo tratara como un tercero. Le quería dar gusto y Xavier le estaba ayudando. Ambos dando rienda suelta a lo que se les iba ocurriendo para sublimar la libertad consentida.
Ella salivó como el Pavlov más estimulado. Él retrocedió para no acabar el festín antes de lo que su imaginación estaba elucubrando para ambos.
Y le llegó el turno de sorpresa a él. Al ver libre su mano y su conducto anal, Fanny se levantó agil y levantó su antifaz para tener claro los pasos a seguir. Atrapó el culo de un sorprendido Xavier y lo mordió mientras le daba una sonora nalgada. Aprovechó y liberó su otra mano. Fue ella ahora quien lo gobernó y doblegó haciendo que quedara a cuatro patas. Y entonces fue ella quien humedeció el perímetro oscuro de él. De paso agarró firme su verga expuesta y dispuesta y la zarandeó hasta que apareció el primer jugo.
En ese momento, decidió parar. Lo sentó al taburete y comenzó a recorrer la verga venosa con una lengua desatada mientras sostenía con suavidad el saco de unos testículos agradecidos. A sabiendas que podía acabar cuando quisiera con esa rigidez, prefirió incorporarse y mostrar el camino a Xavier para que la ensartara mientras se apoyaba en el lavamanos y miraba la escena en el espejo.
La agarró bien por las caderas expuestas y comenzó a cabalgarla. Fanny sonrió a su reflejo y pidió más velocidad. Pidió mayor embiste. Pidió que le tirara del pelo. Pidió rudeza. No quería clemencia.
Xavier reconoció el momento y dejó caer saliva en el culo de Fanny. Redujo la velocidad y comenzó un masaje perianal con el pulgar. Gimió ella y le declaró: “venga, abre también esa puerta”. Retrocedió Xavier para entrar por el pasillo expuesto. Ella puso la cadencia del movimiento. Él aceptó la partitura y rogó por estar a la altura de la fiesta ofrecida.
Sin duda, las ganas de sudar de Fanny con su maridito, estaban surtiendo efecto y empezó a notar que llegaba el momento en el que dejaba los ojos en blanco y comenzó a ahogar un grito de “sigue, sigue, no pares ahora que te mato”. Xavier, sumiso y complaciente, aumentó el ritmo y notó que ella trabajaba sus labios y clítoris con mayor insistencia hasta que llegó el agudo derroche y tiritar de placer. En ese momento de clímax, le pidió que dejara descansar su culo y comprendió que debía rematar la faena comiendo su maravilloso y agradecido coño.
Fanny tuvo que aplastar la cabeza de Xavier a sabiendas de que lo estaba asfixiando, pero estaba consiguiendo llegar a la cúspide otra vez y no iba a dejar escapar la oportunidad de coronar de nuevo.
“Te voy a compensar cabronazo” y comenzó a tragar el sable de Xavier hasta que logró extraer hasta la última gota de aquel semen dulzón que saboreó sintiéndose cerda y satisfecha.
Y a la ducha que fueron a retirarse los fluidos propios y ajenos.
Y envolviéndose en jabón el uno al otro, volvieron a encontrar la excusa para no ir temprano a la cama.
– ¿Mañana es festivo, verdad?, sonrió pícara Fanny.
– Juguemos de nuevo, asintió con desidia burlona Xavier.