HIJA. ENSÉÑALE A TU HERMANO

«…Él se apartó un poco y me miró a los ojos, con una intensidad inusitada, chupándose el labio inferior…»

por JANE CASSEY MOURIN. twitter.com/@JCMourin; patreon.com/JaneCasseyMourin; jcmourin.blogspot.com/

– Estoy harta de verlo en la casa los fines de semana, debería salir con amigos, debería tener una novia y no pasar la mitad de su vida en su habitación, haciendo quién sabe qué cosas con la maldita computadora.

– Mamá, es su vida, si él la quiere vivir de esa forma no es nuestro…

– Claro que es nuestro problema, y es más, desde ahora va a ser directamente tu problema.

– ¿Qué quieres decir con eso?

– Quiero decir que, si no quieres que tu vida social se reduzca a lo que haces en la universidad, le vas a ayudar a tu hermano a salir de esa cueva de podredumbre, le tienes que enseñar a hacer amigos, a divertirse, si no lo haces, te olvidas de permisos y dinero, así que…

– Pero eso es muy injusto, él no quiere salir y yo no tengo la culpa de…

– Eso a mí no me importa y mientras vivas en esta casa y dependas de mi dinero, tu vida social va a depender desde ahora de lo buena o mala que sea la vida social de tu hermano ¿Te quedó claro? – sentenció mi madre de la forma tan injusta y arbitraria como solía comportarse conmigo, a diferencia de como lo hacÍa con Mau, mi hermano menor.

Me fui a mi habitación encolerizada por la arbitraria e injusta decisión que acababa de tomar mamá, lanzándome a la cama con lágrimas en los ojos ante la injusticia que esa mujer acababa de cometer conmigo, una vez más, entregándome al llanto pues, algo me decía que sería más fácil encontrar el tesoro de un pirata antes que hacer salir a mi hermano de su cuarto; pero mientras me regodeaba en mi miseria, la puerta vibró ante un par de golpes que la sacudieron.

– ¿Puedo pasar? – dijo Mau desde el otro lado de la puerta, algo que me sorprendió considerablemente pues aquello nunca había pasado, nunca se había salido de su cuarto en un fin de semana más que para ir a la cocina por comida o para recibir los paquetes que le llevaban cada fin de semana a casa.

– Pasa – dije mientras me sentaba en la cama, abrazando una almohada y limpiándome como podía las lágrimas del rostro. Él entró en mi habitación cerrando la puerta tras de sí.

– Escuché lo que te dijo mi mamá, lamento que te quiera obligar a… hablaré con ella y… – decía mi hermano, evidentemente contrariado con la discusión que tuve con mi madre, dejando una vez más en claro que a pesar de sus rarezas era un buen chico, aunque desde hacía muchos años, creo que desde que entró en la prepa, no sabía prácticamente nada de él.

– No, no lo hagas, pensará que yo te pedí que lo hicieras y me irá peor.

– No entiendo por qué se comporta de esta forma desde que papá se fue, no entiendo cuál es su interés por hacerme salir de la casa si yo me siento muy cómodo en mi cuarto.

– Ella cree que deberías tener una mejor vida social, quiere que tengas amigos y que salgas a divertirte, le molesta que pases tanto tiempo frente a la computadora – una risa sarcástica escapó de su boca.

– De cualquier forma – mi hermano metió su mano en la bolsa delantera de su holgada sudadera y estiró la mano con un rollo de billetes en ella, algo que me dejó con los ojos y la boca muy abierta, preguntándome ¿De dónde había sacado tal cantidad de dinero? – ten esto, si no sales de la casa no será por falta de dinero.

– Oye, pero esto es mucha plata, de dónde…

– Lo que hago en mi cuarto todas las tardes y fines de semana me deja dinero, por eso no me gusta salir, hacerlo significa perder parte de mis ganancias – me explicó, sorprendiéndome considerablemente, haciendo que me diera mucha curiosidad por saber qué era lo que hacía para obtener una cantidad de plata suficiente como para tener la libertad de darme un monto que nunca había tenido en mis manos, pero más allá de eso, traté de recomponerme y de hacer que las cosas se colocaran en su lugar en mi pensamiento, para así poder encontrar una solución al problema que mi madre me había planteado, pues en unos días llegaría la fiesta de una de mis mejores amigas y tenía que ir a como diera lugar. Mi hermano se levantó sin decir nada dirigiéndose a la puerta.

– Espera – dije casi gritando – te agradezco esto, pero en verdad necesito hacer lo que mamá me dijo, de lo contrario…

– Imposible, tengo que cuidar mi negocio o perderé mucho dinero y seguidores, yo no…

– Por favor, te lo ruego, nunca te he pedido nada y siempre he sido buena contigo, cada vez que mamá te critica yo soy quien te defiende y quien trata de hacer que te deje en paz – dije, un poco desesperada al notar que mi hermanito no tenía la más mínima intención de salir de casa – solo te pido unas horas el próximo viernes, solo eso, es la fiesta de Mina, quiero ir, he ahorrado para poder ir, me gasté el dinero que me da mamá en comprarme un vestido y zapatos para la fiesta, por favor hermano, es más, llévate el dinero que me diste – dije estirando la mano – no lo quiero, pero por favor, acompáñame a la fiesta, si no quieres entrar está bien, pero no dejes que me la pierda, es lo único que te voy a pedir, si después no quieres salir ya me las arreglaré para hablar con mamá o para escaparme, pero solo este viernes sal de casa, te lo ruego.

Vi en los ojos de mi hermano un gesto de fastidio y también vi cómo me miraba mientras pensaba en… bueno, no tengo idea de lo que pensaría, pero al final, suspiró con fuerza y asintió.

– Está bien, ¿A qué hora es tu cosa con Mina? – dijo y eso me hizo sonreír.

– Es a las ocho, pero llegaremos como a las nueve – dije, nerviosa y sin poder creer que mi hermano hubiera aceptado.

– Vale, pero si lo vamos a hacer tenemos que regresar a más tardar a las doce, porque tengo que trabajar y…

– Ay hermano, ni que fuera cenicienta, en serio ¿No puedes tomarte un día libre de tu computadora? Por favor, es solo un día – su mirada se convirtió en un gesto tan serio que casi parecía odiarme.

– Está bien – contestó de mal talante – pero aún así solo te daré una hora más, a la una nos salimos y no me importa si te tengo que cargar para traerte a casa ¿Entendido?

No pude con la emoción que sentía al escuchar las palabras de mi hermano, así que sin pensármelo demasiado me levanté y me lancé a sus brazos para abrazarlo como hacía años no lo hacía, pues como dije antes, desde muchos años atrás mi hermano se había alejado mucho de mí, como también lo había hecho de toda la familia, tal vez a excepción solo de papá.

Abrazar a mi hermano no solamente fue extraño por la poca frecuencia con que tenía la oportunidad de demostrarle mi afecto, sino también porque me di cuenta que debajo de toda aquella ropa holgada había un cuerpo que en realidad era muy fuerte, todo lo contrario de lo que pensé que sería, pues desde hacía tiempo había creído que ese chico de cabeza rapada y con la barba desprolija, debía bajar algunos kilos.

Él no me abrazó con particular interés, de hecho creo que ni siquiera lo hizo, antes apartarse de mí y salirse de la habitación diciendo que entonces ya nos veríamos el viernes, para luego encerrarse nuevamente en su cuarto y no salir de ahí hasta el lunes en el instante en que se tuvo que ir a la la universidad.

– Mamá, ¿Tienes idea de qué es lo que hace Mau en la computadora? – le pregunté, tragándome mi orgullo en un intento por saber qué era aquello que a mi hermano le dejaba tanto dinero.

– No, no lo sé, pero me preocupa mucho que se la viva enfrente de esa cochinada, no es sano que…

– Sabes que lo que hace le deja dinero ¿Cierto? – le solté, sabiendo que tal vez le estaba diciendo algo que mi hermano no quería que supiera, no obstante, su respuesta de dejó helada.

– Lo sé, me da dinero cada semana para ayudarme con los gastos, no sé qué es lo que hace pero…

– Entonces ¿Te preocupa que esté encerrado en su cuarto, pero dejas pasar el no saber de dónde sale ese dinero? ¿Es en serio? ¿Por qué no lo dejas hacer su vida? ¿Por qué no…?

– No quiero que termine solo – expresó mi madre con un gesto de amargura en su rostro – no me importaría que mi hijo no me diera dinero si tan solo pasara más tiempo con otras personas, si se consiguiera a alguien que lo amara y con quien quisiera compartir su vida, no quiero que termine como yo, es horrible estar sola, es… – mamá dejó de hablar cuando se dio cuenta de que me estaba diciendo algo que no quería que yo supiera – termina de desayunar hija, se te hará tarde para la escuela – dijo, poniendo fin a su discurso, con un mirada fría, como si me culpara por haber dicho algo que no debía.

La semana pasó entre las pláticas que mantenía con mis amigas con respecto de la fiesta y la curiosidad que sentían por saber cómo se portaría mi hermano en ella y en sí de conocerlo, pues lejos de lo poco que les había platicado de él, ninguna de ellas lo conocía en realidad.

El viernes llegó de forma lenta y aquel día por la tarde regresé de la escuela un poco más temprano de lo normal para tener tiempo de comer algo y arreglarme para la fiesta, quería ir deslumbrante, espectacular, sorprender a todos mis amigos y amigas con lo hermosa que me vería con el atuendo que preparé especialmente para esa fiesta y con los arreglos que tenía planeados hacer a mi cabello; si embargo, la primera sorprendida fui yo cuando tras abrir la puerta que daba al estacionamiento de la casa, me encontré con una hermosa motocicleta que más tarde mamá catalogaría como un vehículo para vagos, pues se trataba de una Harley, de esas que tienen el asiento bajo, que hacen ver más rudo a quien la maneja.

Fue tal mi sorpresa que no pude contener mi entusiasmo al mirarla como mensa por varios minutos antes de escuchar la voz de mi hermano detrás de mí, justo en la puerta de la casa.

– ¿Te gusta? – me preguntó con un tono que denotaba lo divertido que le resultaba mirarme mientras observaba su moto nueva.

– Es increíble, ¿Tú…?

– Me la entregaron en la mañana, prácticamente esta nueva, el amigo que me la vendió solo la usó una vez y no la volvió a tocar porque casi se mata cuando trató de manejarla – dijo con una sonrisa de desdén, pero sin abandonar su actitud seria y desinteresada – nos iremos a tu fiesta en ella, ya tengo los cascos en mi cuarto, así que arréglate el pelo para que no se te arruine el peinado con el casco – dijo, mientras daba media vuelta y trataba de entrar en la casa, dejándome con la boca abierta ante la sorpresa.

– Espera, ¿Cuál amigo? Pensé que no tenías amigos, creí que… – una carcajada desdeñosa de mi hermano me tomó por sorpresa, lo suficiente como para hacerme dejar de hablar.

– Claro que tengo amigos, incluso tengo una novia – mis cejas se levantaron, mis ojos se abrieron mucho y mi boca se quedó entreabierta – si no los conocen es porque la mayoría vive en otros estados o porque hacen más o menos lo mismo que yo para ganar dinero, mi novia por ejemplo, vive en Canadá, nunca nos hemos visto en persona pero la quiero mucho y pretendo irme con ella en cuanto termine la universidad – no me podía creer lo que me estaba diciendo, pues contradecía todo lo que creía de él y todo lo que mi madre pensaba de su hijo.

– ¿Por qué nunca nos hablas de ellos? ¿Por qué dejas que mi mamá crea que…?

– ¿Para qué?  ¿Para que se burlen de mí tú y mi mamá? No, gracias, a ninguna de las dos les tengo la confianza suficiente como para contarles lo que hago con mi vida – un vacío doloroso se formó en mi estómago.

– ¿Yo que hice para que…?

– ¿Acaso olvidaste las cosas que me dijiste cuando me compré la computadora azul? Aquella que me compré antes de entrar en la prepa.

No tuve la fortaleza para asentir pero me acordaba perfectamente bien de lo que le había dicho, de la forma como mi madre reaccionó ante mis estúpidos e hirientes comentarios e incluso de lo que papá le dijo, pues él fue el único que lo apoyó.

– Tú y mamá me hicieron sentir muy mal por algo que debió haber sido un logro memorable dado lo mucho que trabaje para conseguirlo, pero ustedes me hicieron sentir como si hubiera tirado mi dinero a la basura, como si esa conmutadora hubiera sido un desperdicio, incluso recuerdo que me dijiste que con ello solamente me haría más raro de lo que ya lo era y que si pasaba más tiempo en la computadora me quedaría sin amigos – me dejó sin palabras el escuchar el rencor y el dolor que mi hermano me expresaba con cada cosa que salía de su boca – ¿Sabes algo? Solamente tenía quince años y tú eras mi hermana mayor, en verdad necesitaba que me apoyaras, que al menos no me hicieras sentir como un imbécil; tal vez si tú y mi mamá lo hubieran hecho, hubieran sabido a qué me quería dedicar y no hubiera tenido que alejarme de ustedes dos… – si mirada se perdió unos segundos en mis ojos, con un brillo de rencor tan intenso como nunca lo había visto en ninguna persona, tan doloroso que de pronto sentí muchas ganas de llorar, pues nunca imagine que mis palabras lo hubieran hecho sentir de esa forma y mucho menos que hubiera sido esa la razón por la cual se alejó como lo hizo de mi madre y de mí.

– Mau, lo siento, yo nunca pretendí que…

– Tus disculpas no me importan – contestó con pesar – después de todo solo me hacen falta unos pocos años para terminar la universidad e irme a Canadá, así ya no tendrán que lidiar con las cosas raras del chico extraño que vive en un cuarto de la casa.

– No digas eso Mau, yo te quiero mucho, eres mi hermanito y…

– Te veo a las 8:30 en la sala para irnos a tu fiesta, y recuerda que saldremos de ahí a la una de la mañana a más tardar – dijo mi hermano con autoridad, dando media vuelta, sin la intención de escuchar lo que quería decirle.

La tarde transcurrió lidiando con la culpa que me provocó la charla que tuve con mi hermano y los nervios que sentía provocados por la ansiedad y el entusiasmo que experimentaba al ir al evento de Mina, algo que prometía ser épico, que prometía ser la fiesta de la que hablaríamos por años incluso después de dejar la universidad.

Esa noche, antes de abandonar mi cuarto, miré mi apariencia en el espejo y sonreí sabiendo que me veía hermosa, con un vestido de espalda descubierta, un escote en V que me llegaba casi hasta el ombligo y dejaba ver la curvatura interior de mis senos, así como también mostraba una buena parte de mis piernas en la parte interior de tan divina prenda; aunque al ir en moto tuve que ponerme unas licras que si bien no se veían, arruinaban un poco la sensación de sensualidad que me hubiera inspirado el ir solamente con las diminutas bragas que llevaba puesta debajo de esa molesta prenda.

Sí, me veía sorprendente, de infarto, seguramente más de uno se pelearían por estar conmigo esa noche, pero no pude evitar que la sonrisa en mi rostro se desvaneciera un poco cuando pensé nuevamente en Mau, sintiendo repentinamente ese molesto vacío en la boca de mi estómago que se había repetido varias veces durante toda la tarde, haciendo que me preguntara ¿Cómo podría resarcir el daño que le hice y acortar la distancia que había entre nosotros?

Salí de mi cuarto y de inmediato me dirigí a la recámara de mi hermano, llevándome la primera sorpresa de la noche al ver que su cuarto ya estaba cerrado con llave y con el candado de combinación que siempre le ponía cuando salía de su recámara; luego bajé a la sala donde me llevé la segunda sorpresa de la noche, al ver a Mau sentado en uno de los sillones, mirando por primera vez al hombre en que se había convertido, con un atuendo más o menos convencional, compuesto de una camisa negra, un poco ajustada a su musculoso cuerpo, un par de jeans negros de los cuales colgaba una cadena y sus tenis bajos, del tipo que usaban en los noventa los skatos; pero lo más sorprendente de todo fue el encontrarme con el corte tan cuidado y bien definido que le había hecho a su barba, así como con un par de brazos enormes y tatuados que, en combinación en el resto de su vestimenta, lo hacían lucir hermoso; sí, ya se que es mi hermano, pero no había otra forma de describirlo: se veía espectacular con esa apariencia, tanto que incluso lo hacía lucir varios años mayor de lo que era.

– ¿Nos vamos? – dijo sin perder su talante serio y adusto, mientras yo asentía sin poder salir de mi sorpresa.

– Ay hijo, por fin te logramos sacar de ese cuarto, me da gusto que…

– Que te quede claro que esta es la primera y única vez que voy a ceder a los chantajes que le haces a mi hermana – dijo mi hermano con un tono inusualmente agresivo en contra de mamá – no creas que no sé con qué la amenazaste, y la única razón por la que voy es porque ella tenía ganas de ir, pero si vuelves a hacer algo así, me voy a ir a rentar un cuarto cerca de la universidad y te voy a dejar de dar el dinero que te doy para los gastos de la casa, ¿Está claro? Antes de que papá se fuera de la casa nunca te importó lo que hacía, no finjas que ahora de pronto te interesa como decido vivir mi vida, así que déjame en paz de una buena vez.

Las palabras de mi hermano me sorprendieron en más de un sentido, al igual que la reacción de mi madre, pues contrario a la respuesta explosiva que pensé que tendría ante la afrenta de mi hermano, ella no dijo nada, solamente lo miraba sorprendida e incluso un poco asustada, nerviosa ante la actitud severa de Mau, quien le lanzó a mamá una última mirada de advertencia antes de mirarme a mí, recomponiendo un poco su gesto para estirar la mano en dirección a la puerta de la casa, en señal de que debíamos avanzar hacia la salida.

No dije nada mientras caminábamos hacia el exterior de la casa pero no podía dejar de pensar en lo que mi hermano le había dicho a mamá, incluso esos pensamientos intrusivos no me dejaron disfrutar del viaje ni tampoco de la reacción de mis compañeros cuando llegamos a la fiesta y se quedaron boquiabiertos al ver que llegaba con un chico hermoso, montado en una Harley.

– Oye, Mau, sé que no he sido la mejor hermana del mundo y dudo mucho que disculparme te valga de algo, pero al menos trata de divertirte hoy, hace mucho que no sales y por lo que acabo de escuchar, con eso de ayudar a mamá con los gastos, bueno, creo que te mereces pasarlo bien aunque sea una noche – mi hermano sonrió nuevamente de una forma que estaba lejos de expresar alegría.

– Espero que no te arrepientas de pedirme que me divierta – dijo soltando una risa extraña y un poco tenebrosa, antes de que me ayudara a bajar de la moto y luego lo hiciera él, para luego sacar un cable de acero y un cantado, con el cual aseguró los cascos a la moto, antes de dirigiros al interior del salón donde tendría lugar la fiesta de Mina.

– ¡Amiga! ¡Por fin llegas! ¡Y mira nada más al macho que trajiste! ¿Es mi regalo de cumpleaños? – dijo Mina, haciendo gala de su escandalosa personalidad mientras miraba a mi hermano como si fuera un pastel de chocolate especialmente sabroso, algo que me hizo reír al ver la cara que mi hermano ponía mientras miraba a Mina.

– Mina, este es Mau, mi hermano; Mau, ella es Mina, mi mejor amiga.

– Mucho gusto – contestó Mau con seriedad y extendiendo una mano con mucha formalidad, pero Mina no se iba a quedar con las ganas de aprovecharse de la situación, claro que no, en cuanto terminé de presentarlos se encaramó de mi hermano, pegándose a él en un abrazo apretado que incluso hizo que Mau se sonrojara mientras ella le restregaba todo el cuerpo.

– ¡Oye! ¡Tú eres el chico de los videojuegos! ¿Cierto? ¡El de YouTube! ¡El chico que Rompió el récord de Cuphead! ¿Sí eres ese chico? – dijo una muchacha que pasaba cerca de nosotros, haciendo que Mina y yo intercambiáramos una mirada de sorpresa al ver que mi hermano no solo asentía, sino que accedía a tomarse una foto con la desconocida muchacha.

– ¿Y eso? – pregunté sin hacer siquiera el intento de esconder la sorpresa que tenía encima.

– Una seguidora – contestó mi hermano sin dar más explicaciones, antes de que Mina lo atacara de nuevo, haciendo evidente que quería dejar en claro a quien la viera, que mi hermano estaba con ella.

– Encantada de conocerte, cariño, ven conmigo, te serviré un trago y bailaremos juntos toda la noche – dijo mi amiga, tomando a Mau de la mano y llevándoselo quién sabe a dónde mientras me dejaba atrás, sintiéndome muy confundida y pensando en que en realidad ya no tenía idea de quién demonios era mi hermano.

Fue entonces cuando un chico lindo y muy sexy se acercó a mí, haciendo que mi cabeza dejara de darle vueltas a la misteriosa persona en que se había convertido Mau, para centrar mi atención en ese muchacho, alguien a quien conocía de sobra pues ya habíamos tenido algo un par de veces en el pasado, un chico cuyo nombre era Demir.

– Guau, te ves más hermosa de lo habitual y eso es decir mucho – el encanto de ese chico tenía la habilidad de sonrojarme con unas pocas palabras dichas en el momento justo, así como de hacer que me olvidara de todo mientras me perdía en sus hermosos ojos.

– Hola Demir, gracias, tú también te ves muy lindo – contesté, mirándolo a los ojos, bajando a ratos mi mirada a su boca mientras me mordía el labio inferior.

– ¿Quieres bailar? – me dijo Demir, yo solamente asentí antes de que me tomara de la mano y nos uniéramos a lo que parecían ser cientos de personas moviéndose alocadas en la atiborrada pista de baile.

Me sentía feliz bailando con Demir, experimentando su cuerpo en contacto con el mio, sintiendo cómo sus manos me tocaban los senos con la discreción necesaria para no llamar la atención de otros, cómo su miembro se restregaba en mi trasero y cómo me besaba en los labios a ratos, encendiendo mi cuerpo, preparándolo para lo que parecía ser una consecuencia inevitable, algo que esperaba con ansias que ocurriera, alimentando ese deseo con cada toque y cada beso que me daba, hasta que no pude soportar más y me encaramé de él, prendando mis labios sobre los suyos, metiendo mi lengua en su boca, sobando su verga por encima de su pantalón para sentir su dureza y hacerle saber que estaba lista para él, para que una vez más me hiciera su mujer, como ya lo había hecho en varias ocasiones antes de esa noche.

– Vamos al baño, quiero me cojas ya.

– Pensé que podríamos ir a un hotel o…

– Imposible, mi hermano me dijo que me llevaría a casa.

– Vale, si tú no tienes problema con hacerlo aquí, tampoco yo – dijo sonriente antes de que nuestros labios se volvieran a encontrar.

Cuando llegamos a los baños del salón, nos metimos de inmediato en uno de los cubículos escuchando cómo una pareja ya se encontraba teniendo sexo en ese lugar, siendo testigos de los gemidos de una mujer que parecía estar siendo masacrada por un hombre que se la cogía con tanta fuerza que las paredes divisorias se sacudían con ímpetu; pero Demir y yo pasamos de largo y nos fuimos a meter a un cubículo a lado de ese donde la pareja estaba teniendo una excitante y violenta sesión de sexo, algo que solamente logró que me encendiera más, un efecto que también compartí con Demir, quien estaba tan salido que no esperó a que cerráramos la puerta antes de sacarse a verga del pantalón.

Había deseado tanto a ese chico durante toda la noche, que no tuvo siquiera que pedirme que me metiera su miembro en la boca, experimentando nuevamente su delicioso sabor, sintiendo sus palpitaciones en mis labios y cerrando los ojos para disfrutarlo, dejándome llevar por varios minutos hasta que repentinamente escuché una voz familiar que me hizo perder por completo la concentración, dejándome un poco conmocionada por lo que el significado de sus palabras dejaba entender.

– ¡Así Mau, así! ¡Ahhh! ¡Dame más fuerte, dame más duro! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Coges bien rico cabrón! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡No dejes de cogerme! ¡Ahhh! ¡Muérdeme las tetas! ¡Ahhh! ¡Hazme tu puta! ¡Ahhh! ¡Ahhh! ¡Hazme tu perra!

No hizo falta que el hombre que acompañaba a Mina hablara, pues era claro que ella estaba con mi hermano, quien al parecer no era al chico tímido y raro que creía conocer, confirmando al fin que, de acuerdo con lo que supe de él en las últimas horas, se había convertido en un completo extraño para mí.

Demir me miró a los ojos un poco confundido al notar que me había quedado quieta con su verga en mi boca, haciendo que regresara a la realidad, pero dándome cuenta al instante de que toda la excitación que había sentido un momento atrás, desapareció en el momento en el que supe que mi hermano estaba cogiendo con mi mejor amiga a un lado de nosotros, una reacción que no tuvo nada que ver con enojo o alguna clase de ira, sino que más bien pude identificar como celos, como una envidia incontrolable por saber que mi hermano estaba tan cerca de mi mejor amiga después de haberme apartado casi por completo de su vida, después de que ni siquiera quiso abrazarme en aquel momento en que me entusiasme tras haberlo convencido de ir conmigo a la fiesta.

A partir de aquel instante mis labios y mi lengua comenzaron a moverse de una forma injusta para el chico que en más de una ocasión había sido mi amante, injusta porque usé todas mis habilidades y todo lo que sabía que lo volvería loco para hacer que se viniera tan rápido como pudiera, pues de pronto sentía la necesidad de irme de esa fiesta, de pronto ya no quería estar más en ese lugar, necesitaba estar con mi hermano, quería hablar con él, rogarle que me disculpara y hacer lo que fuera necesario para que me dejara entrar de nuevo en su vida.

No fui capaz de regresar a la realidad hasta que escuché cómo reían y dejaban de coger después de que Mina se corrió y, por lo que dijo poco más tarde, se tragó la leche de mi hermano, antes de que salieran del baño, dejándonos solos por unos segundos hasta que Demir se vino en mi boca y me tragué toda su leche con premura, no porque quisiera hacerlo o porque en ese momento me apeteciera, sino porque sería más fácil tragar que limpiar el estropicio que hubiera provocado el dejarlo venirse en cualquier otra parte de mi cuerpo.

Sé que fue extraño para Demir que en cuanto se vino me pusiera de pie y saliera casi corriendo del baño, sin darle ninguna explicación mientras el me decía que había sido la mejor mamada de su vida; pero yo no tenía tiempo para halagos, quería separar a mi hermano de Mina, quería llevarlo a casa, alejarlo de esa mujer sin tener una explicación racional para hacerlo.

Navegué por un mar de gente que estaba divirtiéndose en la fiesta, sintiendo un vacío en el estómago que crecía cada vez más hasta que vi a mi hermano brindando con Mina, mirándose a los ojos de una forma atrevida, antes de que fuera consciente de que para ese entonces, mi amiga lucía con el cabello mojado y alborotado.

– Mau, ¿Podemos irnos, por favor? – le pregunté, mirando hacia abajo, haciendo un esfuerzo deliberado por evitar la mirada de Mina.

– Hola amiga, ¿Donde…?

– ¿Nos vamos, por favor? – dije, cortante ante las palabras de mi mejor amiga, haciendo que ella se sobresaltara al darse cuenta de mi actitud y supongo que también al entender que los había visto o escuchado en el baño, pues su cara se puso de mil colores y pude ver cómo intercambiaba una mirada inquieta con mi hermano.

– Vale, pues vámonos – dijo mi hermano, apurando un último trago para luego despedirse de Mina con un beso en la mejilla, un detalle que me hizo sentir aún peor, que me hizo sentir una inexplicable rabia, un sentimiento que me llevó a salir de ahí en dirección a la moto de Mau, sin despedirme de Mina ni decir nada más.

Mi hermano no me dijo nada cuando me alcanzó, solamente le quitó el candado a los cascos y me dio uno, subiendo primero él en la moto para luego ayudarme a hacer lo mismo. Arrancando de inmediato ante la mirada atónita de Mina quien había salido del salón a despedirnos, con un gesto confundido y alarmado en el rostro, sin que le diéramos oportunidad de decir una sola palabra.

Nunca se lo diría a mi hermano, o al menos eso creía en ese momento, pero mientras estaba abrazada a su espalda, recordaba entre lágrimas las palabras de Mina cuando se lo cogió, entremezcladas con los recuerdos de las cosas que le dije cuando recibió su computadora años atrás y lo mezquina que fui con él al burlarme de una forma tan cruel; de pronto entendí que no me había gustado que Mina estuviera con Mau, pero no por el hecho de estar con mi hermano en sí, sino porque ella había logrado acercarse a él en unos minutos, mientras yo lo había perdido desde mucho tiempo atrás.

Cuando llegamos a la casa y mi hermano estacionó la moto, bajé del vehículo sin decir nada, con la intención de escabullirme hasta mi cuarto y llorar libremente en mi habitación, pero como me di cuenta esa noche, Mau no era el tipo de hombre que dejaba pasar las cosas, pues antes de que pudiera dar más de un par de pasos, sentí su mano cerrándose en mi brazo, con la fuerza necesaria para no lastimarme, pero sí para detener mi avance.

– ¿Me vas a decir por qué nos salimos de esa forma de la fiesta de tu amiga? Fue muy grosero que ni siquiera te despidieras de ella – dijo mi hermano, sin ser capaz de darse cuenta de que estaba llorando pues aún tenía el casco puesto.

Incapaz de hablar, solamente agité la cabeza, pero de nuevo mi hermano hizo gala de su dominante personalidad y quitándome el casco con suavidad descubrió que mi rostro estaba bañado en lágrimas, sorprendiéndome una vez más cuando sentí sus brazos rodeando mi cuerpo, un gesto tan tierno que me despedazó por dentro, pues él estaba ahí, tratando de consolarme a pesar de no confiar en mí, siendo el cariñoso hermano que fue conmigo cuando éramos niños, el mismo a quien yo alejé por mi estupidez.

No fui capaz de contener el llanto, enraizado en la culpabilidad y en un sentimiento horrible que surgió de los celos que sentí al saber que mi hermano había estado más cerca de mi mejor amiga de lo que había estado de mí durante años; pero ni él ni yo dijimos nada por varios minutos hasta que mi llanto cedió y pude controlar mi respiración.

– Supiste lo que Mina y yo hicimos ¿Cierto? – asentí con la cabeza sin dejar de acurrucarme en mi hermano – lo siento, no pensé que pudiera afectarte, solo me estaba divirtiendo, lamento haber arruinado tu fiesta, de verdad, lo siento – dijo Mau, apretando un poco más el abrazo y haciéndome sentir culpable al darme cuenta de que fui yo quien había arruinado la primera fiesta en la que mi hermano había estado desde hacía mucho tiempo, al igual que arruiné su primer gran logró cuando era tan solo un adolescente, pero aún así no fui capaz de decirle lo culpable que me sentía por la forma como lo tratamos años atrás, por haber provocado que perdiera toda la confianza que una vez me tuvo.

Después de entrar en la casa y darle el casco a Mau, me fui directo a mi cuarto sin decir nada, sin siquiera voltear a verlo. Al estar en mi alcoba me quedé sentada en la orilla de la cama y me tomé unos minutos para recordar lo que ocurrió el día en que compró aquella primera computadora y la forma como mamá y yo reaccionamos cuando lo hizo.

No pude evitar sentirme miserable por haber lastimado a mi hermano y más aún al saber que fue justamente eso lo que hizo que perdiera su confianza en mí y en mi madre. Lo entendía, tenía sentido que hubiera decidido no confiarnos lo que hacía, que se hubiera apartado de nosotras destinando su confianza únicamente a mi padre.

Entre lágrimas y remordimientos traté de pensar en algo que pudiera reparar el daño que le hice, en algo que pudiera acercarme a él tanto como lo estaba antes de que mi hermano entrara a la prepa y decidiera alejarse de mí casi por completo, pero solo una idea se cruzó por mi cabeza en aquel momento, una que me hizo abrir mucho los ojos y a decir verdad, también me hizo sentir un poco excitada.

Me puse de pie y me quité la ropa que llevaba puesta hasta quedar desnuda, avancé a mi armario y saqué un lindo camisón de tela suave que apenas me cubría un poco por debajo de la cadera, me puse algo de perfume y apliqué un poco de brillo sabor cereza en mis labios, mirándome al final al espejo, nerviosa por lo que estaba dispuesta a hacer, rogando porque mi hermano no me rechazara.

De pronto me vi a mí misma parada fuera del cuarto de mi hermano, temblando de nervios. Suspiré ruidosamente mientras escuchaba los ronquidos provenientes del cuarto de mi madre y sin tocar a la puerta entré en el cuarto de Mau, encontrándome con la imagen de ese hermoso hombre recostado en su cama, vestido solamente con unos bóxers y una camiseta negra, sosteniendo una laptop sobre las piernas, sumamente concentrado en lo que hacía, tanto que no fue consciente de que había entrado en su habitación hasta que me senté en la orilla de su cama y entonces me volteó a ver.

– ¿Qué haces en mi habitación? – me preguntó, pero no lo hizo de una forma grosera, lo hizo con sorpresa y con una notable curiosidad.

– Me odias mucho por todo lo que te dije ¿Cierto? – le expresé en un hilo de voz que delataba las contenidas ganas que tenía de llorar. Mi hermano cerró su laptop y la dejó en su mesa de noche antes de mirarme.

– Yo no te odio, eres mi hermana, no podría hacerlo, pero tampoco puedo confiar en ti, ¿Cómo podría? ¿De qué forma pude haberte dicho que me dedicaría a jugar videojuegos sin esperar que te rieras de mí? ¿Cómo podría haberte contado que mi novia y yo estábamos muy enamorados pero teníamos una relación abierta dado que no podíamos estar juntos? ¿Cómo podría decirte que mis amigos son casi todos jugadores y que viven justamente de jugar videojuegos, sin esperar que me dijeras algo malo de ellos o que los llamaras raros o algo parecido?

– De verdad lo siento mucho Mau, nunca quise lastimarte, ese día solo estaba jugando, solo…

– No creas que fue únicamente esa ocasión, tal vez no lo recuerdas, pero por aquellos días esa clase de comentarios eran muy frecuentes viniendo de ti y de mamá, para ustedes parecía que nunca fui suficientemente bueno como para ser tu hermano o su hijo, y eso no fue fácil de asumir, dolía saber que mi mamá y mi hermana no se sentían orgullosas de mí, entender que para ustedes todo lo que hacía era un chiste, tanto que ni siquiera se molestaban en escucharme o mostraban interés por lo que yo quería hacer, y… – mi hermano se detuvo de pronto y en ese momento, a pesar de la oscuridad que había en la habitación, pude ver un brillo de tristeza en sus ojos que delató las lágrimas que Mau estaba conteniendo. No pude soportar más la distancia que había entre nosotros, tenía que acabar con ello, tenía que hacerlo en ese momento.

Sorprendiendo a mi hermano me abalancé sobre su cuerpo y pronto mis labios se encontraron con los suyos, sintiendo de inmediato la forma como Mau correspondía mis besos, la manera como una de sus manos se colocaba en mi nuca y la otra se posaba en mi cintura mientras mi cuerpo permanecía recostado sobre el suyo, con mis piernas abiertas a sus costados, tratando de sentir el roce de su miembro a través de la delgada tela del bóxer que en ese momento Mau estaba usando.

Él se apartó un poco y me miró a los ojos, con una intensidad inusitada, chupándose el labio inferior mientras me miraba, respirando agitado, con un brillo de sorpresa en sus ojos.

– ¿Estás segura de que quieres hacer esto? – me preguntó, de una forma extraña, como si estuviera tratando de contener sus propios deseos, como si quisiera que me negara a hacerlo sabiendo que él no sería capaz de resistirse a sus impulsos.

– Sí, estoy segura, no quiero seguir tan lejos de ti, quiero ser parte de tu vida – besé sus labios nuevamente sintiendo su lengua jugando con la mía por unos segundos – de la forma que sea, en el papel que tú quieras darme, pero quiero volver a ser parte de todo lo que tenga que ver contigo – le expresé, incapaz de contener el par de lágrimas que se derramaron por mis mejillas mientras nuevamente nuestros labios se encontraban.

No tardé más de unos pocos minutos en entender la clase de hombre en que mi hermano se había convertido, observando su madurez en la forma como me tocaba, la manera como me besaba y la habilidad que tenía para hacerme gemir con simples y suaves toques en los puntos correctos de mi cuerpo.

No dejé de besarlo hasta el momento en que me levanté un poco de su cuerpo para despojarlo de su camiseta, dejando al descubierto un cuerpo hermoso que me di el lujo de tocar a placer antes de que mi boca descendiera hasta él, deleitándose con la dureza de sus pectorales y el calor de su piel mientras lo besaba y lo mordía un poco, a la vez que mis manos deslizaban su ropa interior para liberar su sexo, el mismo que sentí presionando el espacio entre mis senos, con la dureza esperada de un hombre como aquel que me estaba comiendo, una sensación que me hizo deslizar mi cuerpo hacia abajo hasta encontrarme con sus hermoso miembro, contemplando con lujuria su brillo y el poder que transmitía la forma como sus venas se marcaban a lo largo y ancho de su piel.

Sentirlo en mi boca fue algo hermoso, atestiguar su sabor y sentir su olor me llevó a un punto diferente de excitación, a un lugar que nunca había conocido con otro chico, que me hizo meter su miembro tan al fondo de mi boca como fui capaz de hacerlo, hasta experimentar el choque de sus testículos en mi barbilla, hasta sentir esa sensación de asfixia cuando su miembro llegó a mi garganta.

Las manos de mi hermano no se mantuvieron quietas mientras me comía su miembro con tanta destreza como podía imprimir en cada uno de mis movimientos, sentí la forma como una de sus manos presionaba mi nuca mientras la otra tocaba uno de mis senos, aún cubierto por mi camisón, haciendo con ello que mis pezones se erectaran y que un gemido se ahogara en la punta de su verga, a la cual me aferraba con mis labios y mi lengua sin querer separarme de ella, hasta que mi hermano tiró de mi camisón para sacarlo por mi cabeza haciendo que estirara las manos en dirección a él para dejarme desnuda, antes de que me tomara de las axilas y me obligara a montar su cuerpo, sintiendo cómo se enderezaba un poco para besarme mientras se sentaba sobre la cama, acomodando mi cuerpo para que mis piernas rodearan su cintura mientras tomaba su miembro y me penetrara sin previo aviso, obligándome a morder su hombro para ahogar mis gemidos, mientras ambos comenzábamos a movernos despacio, con un ritmo cadencioso y pausado, permitiendo que disfrutaríamos el cuerpo del otro, que sintiera el calor de su miembro dentro de mí, mientras su sexo retaba la capacidad de mi vientre.

Un beso apasionado apagó mis gemidos apenas contenidos ante el miedo de despertar a mi madre mientras mi hermano me hacía el amor, de una forma intensa y cariñosa, tan sensual como jamás lo había hecho con ningún hombre.

Sentir los labios de Mau besando mis senos fue el detalle que me llevó a acariciar mi primer orgasmo, mientras experimentaba la forma como mi hermano lamía mis pezones y los succionaba, a la vez que abrazaba su cabeza y me mordía el labio para evitar que mis gemidos se oyeran fuera de esa habitación.

Cuando la tormenta de placer cesó, mi hermano me tomó con fuerza y me hizo acostarme en la cama, boca abajo, poniendo una almohada bajo mi vientre para luego sujetar mis manos en mi espalda con la fuerza necesaria para impedir que me moviera mientras sentía cómo su miembro acariciaba mis labios, un instante antes de volver a tenerlo explorando mi vientre, de sentir cómo empujaba su pene una y otra vez dentro de mi cuerpo, imprimiendo cada vez más fuerza en sus movimientos, sintiendo cómo se sacudía mi cuerpo mientras ahogaba mis gemidos en las almohadas bajo mi rostro.

Fue descomunal la colección de sensaciones que esa noche me obsequió mi hermano, fue hermoso sentir el peso de su cuerpo mientras bombeaba mi vientre y besaba mi cuello con cariño, con un amor que nunca había sentido en los labios de un hombre mientras me hacía gemir y retorcer mi cuerpo entero hasta llegar a un nuevo orgasmo, antes de que me tomara de los senos y me hiciera ponerme en cuatro para embestirme con una fuerza brutal que me impidió contener mis gemidos y los gritos que escaparon de mi garganta, que me hicieron sentir un profundo miedo ante la posibilidad de que mi madre nos descubriera, mientras el placer de hacer el amor con mi hermano me recorría el cuerpo y me hacía estremecer con cada embestida, en cada ocasión que sentía sus huevos chocar contra mi cuerpo.

Un nuevo orgasmo llegó con la sorpresa y el tremendo placer que me inspiró sentir el semen de mi hermano inundando mi vagina para luego escurrirse por mis piernas, al mismo tiempo que me tomaba de los senos y me cargaba para llevarme a él, sin dejar que su miembro abandonara mi cuerpo, tan solo para besar mis labios una vez más, para sentir de nuevo el sabor de su boca y la textura de su lengua al acariciar la mía en un delicioso y hermoso beso que puso el sello final a una noche que jamás olvidaríamos ninguno de los dos, y que con un poco de suerte me permitiría regresar de nuevo a la vida de mi hermano.

Esa noche, Mau me permitió quedarme a dormir en su cuarto, dejando que lo hiciera con mi cabeza apoyada en su pecho, dándome cuenta de lo mucho que lo había extrañado y de lo bien que se sentía estar a su lado.

– ¿Me dejas volver a ser parte de ti? ¿Me dejas tratar de ser la hermana que te mereces? – le pregunté con un hilo de voz sin dejar en ningún momento de temer a su respuesta.

– Supongo que después de hoy sería difícil apartarme por mucho tiempo de ti – respondió, provocando que una enorme sonrisa se dibujara en mis labios, que abrazara su cuerpo con más fuerza mientras él besaba mi frente, para poco después entregarnos a un sueño profundo y tranquilo, sabiendo que mi hermano me había permitido entrar de nuevo en su mundo.

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