«…Perdona, ¿te pongo?…»
por TEODORO NDOMO
– ¿Era este el que elegiste?, planteó ella ofreciendo un vibrador fluorescente de tamaño caballo loco.
– No, ese no. Dijo con algo de queja pues siempre pensaba que ella debía saber lo que le gustaba.
Así que volvió al armario. Encontró otro que tampoco le entusiasmó. Pero Silvia por fin dio en el clavo y se lo mostró con la sonrisa del acierto.
Toni asintió y sintió el deseo de comenzar ya, pero quiso dirigirse al baño y ella fue hacia el salón con Mariam.
Esta vez tendrían público. Una voyeur de confianza que pretendían que añadiera reacciones nuevas. Querían que fuera su directora artística para esa noche.
Silvia se sirvió un poco del Marba y cuando cayó en la cuenta que Mariam le miraba a su espalda, reculó y le ofreció copa también.
– Perdona, ¿te pongo?
– Por supuesto Silvia.
Y ambas rieron. Mientras brindaban.
Toni las oyó y se dio prisa en vestirse. Blanco y negro de camarero, no falla y no quería equivocarse esa noche. No delante de Mariam. Nunca había tenido público y menos alguien con quien había tenido poluciones nocturnas.
Cuando se lo confesó a Silvia, dramatizó lo suficiente como para que ella se descojonara previa mirada escrutadora y convincente de que causaría esa cara de degollado de Toni.
Llegado al salón, las sorprendió con las copas en la mano y él quedó sorprendido por la vertiginosa cadera creada por el corte en la minifalda de Silvia. Esa mirada hizo que Mariam le diera un azote a mano abierta y gritara: ¡RODEMOS!. Siempre fue muy teatral ella y la habían elegido bien para la ocasión.
Luces fuera y foco sobre Silvia. Toni esperó en la penumbra lo que Mariam susurraba. Ninguno sabía el papel del otro. Ella se los había ido contando individualmente.
Roxanne, en versión Moulin Rouge, fue la elegida para arrancar la velada.
Silvia estiró la mano al cielo para ofrecer su silueta. La otra, buscaba su muslo y recorría el camino oferente.
Cuando Mariam explicó a Toni, se acercó tanto a la oreja que intuyó su saliva. Un frío recorrió su cuello y se lanzó al ruedo creado por el foco en el techo. Ahora su sombra se proyectó sobre Silvia y ella pasó a recorrer su espalda y su poderoso culo impropio de alguien que despreciaba los gimnasios.
El juego de la música llenaba a la pareja y se fundían en el roce. Mariam, a oscuras, asintió a la mirada de Silvia y correspondió arrancando los botones de la camisa inmaculada del sorprendido acompañante.
Quedó quieto a sabiendas que era la señal que marcaba la pauta de la estatua que debía representar en ese momento.
La música cambió y Silvia se arrodilló al compás… Entonces, Toni tuvo que torcer el gesto ante su plegaria y permitió que mordiera su miembro protegido aún por el pantalón.
Mariam le había insistido en que se quedara inmóvil, así que ante el temor de un brusco movimiento que le sacara del plano que había preparado, le retiró la mano hábilmente que ya quería agarrar la cabellera de Silvia.
Toni comprendió y despacio, como pudo, mantuvo el equilibrio pedido por la directora coyuntural.
Silvia siguió orando al ritmo de Smooth Operator y pasó a la cremallera. Mirando a su presa rendida, sacó su verga y la sometió al baile.
Mariam aprovechó para cambiar de plano con la Nikon y se puso de espaldas a Silvia. Aprovechó para indicar a Santi que esta vez sí tenía libertad para coger la cabeza de su amante con una mano. El plano ofrecía un contraluz maravilloso y Mariam no ofreció resistencia a la escena tampoco. Miraba la previa de la cámara en blanco y negro y el brillo del torso masculino, junto a las nalgas que se dejaron ver de Silvia, fue suficiente para dejar caer una primera gota de sudor vaginal en sus bragas.
Cuando el Sade iba terminando, Silvia sabía que debía incorporarse y Toni sabía que debía hacer girar hacia cámara a su acompañante.
Por la cintura primero y luego hacia sus pechos firmes por una talla menos de sujetador, fue acariciando a su Ginger, dándole protagonismo para el objetivo de 35mm.
Ella le agarró del cuello y se dejó masajear dejando escapar un ligero desgarro en forma de suspiro.
Toni la atrapó firme por las caderas y la agachó suavemente hasta que de frente, una sudorosa Mariam los observaba a oscuras a través de la cámara.
No hubo penetración, ni falta que hubo en ese momento. En la pareja. Mariam había aprovechado la nula luz para dejarse perforar por el dildo azul de gel que siempre tenía en su bolso. Sabía que iba a sucumbir por lo que la bandolera la tenía a cuestas todo el rato…
Silvia apretaba sus nalgas a la entrepierna de Toni haciendo encajar su clítoris en el rabo que sobresalía en el pantalón.
Toni observaba como Silvia se levantaba la minifalda para ofrecer su culo encorsetado con liguero y braga libre de moral estrecha. La luz ofreció el camino a sus manos, que acompañaron el embiste persistente de ella.
Entonces, cuando Sade dejó paso a Hendrix, con su Little Wing, supo Toni que le tocaba salivar y hacer que Silvia salivara. Se agachó y dejó la nariz cerca de su ano. Tan cerca que mientras notaba que ella se retorcía y buscaba agarrarse de frente, paseaba la lengua por ambos orificios principales para dejar el camino hecho.
Y Mariam perdió el control dejando caer la cámara y frotando su azul amigo hasta que gritó satisfecha:
¡COOOORTEN!