CHAXIRAXI

«…con más intensidad, chocando y palmeando nuestros cuerpos enfangados…»

por RAFAEL LUENGO (@fcorguezluis en Instagram)

Una voz apagada, como en sueños, me llamó. Era una antigua amiga, tenía uno de esos nombres aborígenes tan difíciles de recordar. 

Me saludó con mucha efusión, me abrazó y besó con una naturalidad que no recordaba en ella. Me tocó el pecho y deslizó una de sus manos por mi cintura deteniéndose en el inicio de mis nalgas. 

Estuve a punto de disculparme y marcharme de allí, pero ella no me dejó. 

Nos reímos, nos tocamos, ya sin mis reparos iniciales y lentamente el círculo se cerró sobre nosotros… 

Nuestras lenguas ansiosas se buscaron en bocas de labios hinchados, nuestros brazos entremezclados recorrían los contornos de los cuerpos; apretujaba y sobaba sus pechos duros, pellizcaba los botones de sus pezones; ella metía sus dedos en mi camisa, apretaba mi culo y mi cintura. Deslizó sus manos locas por mis muslos hasta alcanzar el bulto palpitante de mi polla. Se detuvo un buen rato en el paquete recreándose en el movimiento de los huevos. Desde que pude introduje mis dedos en su entrepierna descubriendo primero el cosquilleo de los pelos de su pubis y luego la raja de su coño humedecido y abierto; separó aún más sus piernas para que siguiera jugando con su vulva caliente y mojada. 

No sé cuánto tardamos en llegar a su casa, mareados, abrazándonos, recorriendo con urgencia nuestros cuerpos, dejándonos llevar por aquel torbellino de impulsos desatados.

En su piso, me fue desnudando con prisas, luego se pegó a mi espalda y fue recorriendo mi cuerpo hasta asir desde atrás mi polla empalmada, sobándola con las dos manos lubricadas. Luego me dio la vuelta y se introdujo el pene en su boca, abriéndola todo lo posible, sacudiendo su cabeza para que entrara en su garganta. 

La desprendí de esa mamada violenta tirando de su melena, la levanté y me dispuse a desnudarla con detenimiento. Liberé sus tetas, las sobé y chupé con fruición, mordisqueando sus pezones tiesos, luego le bajé sus pantalones y bragas encharcadas. 

Nos abalanzamos sobre el tresillo esquinero destartalando alguna de sus piezas modulares. Le separé las piernas, metí mi boca y mi lengua en su chocho cálido y hermoso, sintiendo su cuerpo culebrear con los lametones y mordiscos babeantes. Separó mi cara de su coño, agarró mi pinga y la condujo hasta la raja ansiosa de su vulva, estaba tan lubricada que la penetré con facilidad sintiendo ese dulce calor de sus entrañas; presionó mis nalgas para que aumentara el ritmo de mis embates, para que me la follara con más intensidad, chocando y palmeando nuestros cuerpos enfangados. Cambió rápido de posición, se dio la vuelta y me ofreció el premio de su culo y sus espléndidas caderas; metí mi polla en la castaña mojada y la follé como poseído, temblando de placer en esa posición a cuatro patas que me volvía loco. Entonces ella se dio la vuelta, me tumbó boca arriba y en cuclillas se introdujo mi pene muy adentro, restregando en cada movimiento su clítoris contra mi pubis. Se corrió entre convulsiones largas de su cuerpo, mientras yo sobaba y lamía sus pechos hinchados. Después de besarme lánguida y sudada la agarré por las caderas para que las moviera más rápido, la levanté dejando sólo el glande ardiente en su coño encharcado. Aumentó el ritmo y al rato sentí la explosión de la corrida y la felicidad tontona del orgasmo… Fue entonces cuando recordé su nombre, llegó diáfano, rescatado de algún recóndito rincón de mi mente. Chaxiraxi, mi amor. 

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