«…Eres tú la reina que ahora amenaza a un rey desesperado e indefenso…»
por JENS HERSHALL, Twitter: @jenshershall
El tablero ya dispuesto, es hora que las piezas se pongan en movimiento. Comienza la batalla. Mi mano guía la apertura con delicadeza, tu mirada la secunda, dos peones se encuentran frente a frente en el centro del tablero, mientras, sobre ellos, dos sonrisas igualmente se encuentran. Una escaramuza de peones que se protegen como legionarios, la prédica de alfiles que van y vienen en diagonales aventuras, tus ojos seductores que echan a andar sus poderes de rendir reinos enteros. Una sonrisa con atisbos de satisfacción aparece en mi rostro, ante tus labios recorridos por tus dientes mientras surgen las primeras bajas.
Tu reina ha quedado por fin descubierta, en control de todo lo que sucede a su alrededor, y me parece una perfecta analogía de específicas y acertadas situaciones. Tus suaves dedos resultan ser el más poderoso ariete, despedazando mis defensas y creando la incertidumbre por el próximo movimiento, mas no puedo dejar de mirarte, contemplarte. Eres tú la reina que ahora amenaza a un rey desesperado e indefenso sobre el tablero, mientras, por debajo de él, haz lanzado el poderoso ataque de tu pie desnudo acariciándome lenta e irresistiblemente, alzando el estandarte de mi deseo. El final parece estar cerca; más cerca están nuestros labios, que se entrelazan en un beso tan feroz como la batalla que aún no termina. Caen las vestiduras, nuestras pieles se funden, ahora el combate es el de nuestros cuerpos ardientes. Desde un rincón del tablero, agonizando, el rey respira aliviado al mirarnos entregados al placer, y comprender que esta vez, nuevamente, se ha salvado.